TELEFONO PUBLICO EN LA WEB

viernes, 22 de marzo de 2019

Efecto ola

                Su vida estaba en pausa, es decir, el seguía moviéndose, pero todo lo que había soñado desde pequeño venia sufriendo continuas postergaciones hasta tal punto que se había olvidado lo que realmente buscaba. Se conformaba con objetivos a corto plazo como irse de vacaciones al caribe por dos semanas, sin tener en cuenta que se pasaba el resto del año trabajando en algo que no le gustaba. Las cuentas de los bancos lo superaron en un momento donde la economía de su país se disparaba hacia una crisis. El le decía el efecto ola. Estuvo demasiado tiempo usando el crédito que le daban los bancos, estuvo mucho tiempo merodeando por lo profundo, nadando y jugando sin tener en cuenta el riesgo. Hasta que llego un punto donde los intereses eran impagables, así como el capital que debía. De repente, la ola llego y se lo llevo y luego solo le restaba nadar hasta llegar a la orilla. ¿Cuándo llegaría? En esos momentos el tiempo es indefinido y de una gran incertidumbre. Sin embargo, la principal meta no es llegar a la orilla. La principal meta es no ahogarse.
                Las relaciones, las apariencias lo habían despojado de lo que ansiaba cuando era mas joven. Todas las ilusiones, sueños, ganas y toda esa motivación de un segundo para otro se desvanecieron. Los días pasaban y le costaba hasta respirar. Levantarse e ir de un lado a otro era una sentencia de muerte. Se sentía enfermo y desganado, pensando en que por dentro una enfermedad terrible ocasionaba su dejadez.  Se levantaba cansado y se costaba de la misma manera. Siempre fue un muchacho que le gustaba mantener la apariencia, arreglarse y hasta se la daba de guapo, pero las ojeras comenzaron a darle una apariencia inhumana. Tenía la vista ida y no lograba sentirse bien por completo. Las esperanzas no existían ni en la radio.

jueves, 28 de febrero de 2019

Buenos Aires stories


                That Afternoon Mela was arrived to his apartment pretty lazy, he was tired because of his job office and because the heat of the city. Buenos Aires is a mess in January. The humidity makes that the people who didn´t go to vacation, suffering as slaves. He took off his clothes and he lay down on the bed with no intention to do something for a couple of hours. Before he got asleep his cellphone rang, one, two, three, four times. It was his friend LaLo. -want 2 go out? – Lalo asked to him. -Sure. Come to my place- Responded Mela.
                 They usually drank a couple of beer before went out to the bars. The Mela´s apartment was a strategic stop every weekend. After a few hours, Mela didn´t want to go out. Seeing his friend was little down, Lalo proposed smoke some weed to motivation. Mela wasn´t a guy who say no and that wouldn´t be the exception.  The relation between Mela And Lalo got strongest since a couple of years ago. One of the reasons of this was that his best friend Tato went to work for three years to New Zealand. When Tato was living in Buenos Aires, they always were fighting and did what Tato wants. After smoked, both of them stay in silence like thirty minutes, for them, was an eternity. Suddenly, Mela remembered that the new boy at his job had given him a special gift. -To be immortal- the boy had said to him.
                -Lalo, I have a special thing. Do you want to prove it?
                -I’ve never tasted, but I would like to prove it.
                Mela grabbed from his wallet a little white rock. He put it on a table in the kitchen and with a scissors cut one of the sorbets that he had grabbed from a box. He looked at Lalo with a wicked face. Mela started to see the little rock like he was a painter and he would be on front of his master piece. Took his credit card and started to punch against the table like the rock was a cockroach and he would want to kill it. He made two lines with the cocaine. He introduced the sorbet in his nose and got closer to the table, he took a deep breathe and inhaled as strong as he can. With open eyes as eggs, Mela gave to his partner the sorbet. This one prepared himself to imitate his friend but when he got closer to the line, he breathed unconscious and the cocaine spreads anywhere. Both of them got laugh.
                Finally, they went out to the street and decided to go to a tacos house. There people looked at them as they were clowns or something like that. They didn´t notice that the world spinning fastest for them at that moment. The tacos house was full so they decided to wait for the food outside. When the food finally arrived, they ate it like if they hadn´t eaten since many days. 
                Them they went to a bar. The owners of this bar were the owners of the tacos house too. -Such a big Monopoly – exclaimed LaLo and he started to mention all the reasons because Argentina was a mess. Mela gave a shit about this. He used to hear him and just responded him saying: -you love Buenos Aires and you would never live in another city. And that was true, both of them knew the city as them hand. There was nobody at the bar, except who worked there. They bought artisanal beer and sat down. They realized that had passed six hours since went out of the apartment. Lalo went to the bathroom and he saw himself at the mirror. What he saw was awful. He saw a face pale. His eyes look so tired. Mela was at the floor looking how the owner of the bar dancing with two Danish girls. They were beautiful, with blonde hair and gorgeous eyes. One of them was too skinny and the other one wasn´t. Them faces were like those east European girls, tall and so much refined. The skinny one had a top and let see her stomach to the people. The three guys were dancing as old people, jumping and clapping. Mela was excited because of the skinny one and he can't stop looking her. None of the Danish girls had a good ass. – There is no butt like the Argentinian girl ass - He exclaimed.
                 They got out to the street meanwhile the security guy was closing the big red door of the bar. The owner had left the place with the two Danish girl half an hour ago. Mela and Lalo said goodbye like they never met before. They went back to them houses hoping and wishing that the next time come soon. 

martes, 26 de febrero de 2019

Historias de Buenos Aires


                Aquella tarde Mela había llegado a su departamento sin muchos ánimos, cansado de su trabajo de oficina y del calor que agobiaba a la ciudad. Llego, se desvistió, tiró las cosas en el piso y se dejo caer en la cama con la intención de no hacer nada durante las próximas horas. En pleno silencio sintió su celular vibrar. El celular vibró una, dos, tres, cuatro veces y parecía que no iba a dejar de hacerlo. Con todas las fuerzas del universo, Mela se estiró para llegar al celular ubicado en la mesita de luz a unos metros de donde yacía en descanso. Cuando vio el celular, vio que su amigo Lalo le mensajeaba para hacer algo. “Sale Bar?” Le pregunto. Él le dijo que lo pase a buscar por su casa y de allí salían.
                Cuando Lalo llego, Mela lo hizo pasar para que tomen una cerveza allí.  Los bares se encontraban a un par de cuadras de su departamento, por lo que su depto era una parada estratégica antes de los bares. Si bien, Mela no estaba entusiasmado por salir, Lalo avivó la tarde/noche sacando un cigarrillo de Marihuana. Un defecto que tenía Mela era que no sabía decir que no, y no iba a cambiar ese día. Lalo era una persona que nunca fue salidor cuando ambos eran jóvenes, pero hacía unos años que tanto él como Mela se habían convertido en compañeros de salidas. Siempre se juntaban, fumaban marihuana, tomaban una cerveza y de vez en cuando surgía una anécdota. La asociación se había forjado aún mas desde que su amigo Tato se había ido a trabajar por tres años a Nueva Zelanda a juntar Kiwis. Con el en la ciudad, no paraban de pelearse y siempre hacían lo que Tato quería. Con su ausencia, iban a donde la noche los llevaba y ambos se complementaban muy bien. Al culminar el “faso”, Mela se acordó que tenía algo que le había dejado el cadete de la empresa donde trabajaba. -Para que seas inmortal – Le había dicho el cadete.

                -LaLo, tengo una bolsita muy especial. ¿Jugamos unas líneas?

                -Nunca probé – Contesto Lalo mostrándose ansioso por hacerlo.

                Mela saca una pequeña bolsa de su billetera y la abre, deja caer su contenido en la mesada de la cocina y mira a su amigo desafiante. Abre una puerta de la alacena y de una caja llena de sorbetes saca uno y lo corta con unas tijeras que se encontraban en la mesada, como si ya hubiesen sido usadas ese mismo día y para el mismo propósito. Vuelve a mirar a Lalo con la misma cara. Abre de nuevo su billetera y saca su tarjeta de crédito. Con la misma tarjeta empieza a picar la piedrita blanca que había dejado caer de la bolsa con un entusiasmo y una concentración, que parecía que estaba dando su vida por ello. Después de unos segundos, acomoda lo picado formando dos líneas. -Una para vos y una para mí- Le dice Mela a Lalo. Coloca el sorbete cortado en una fosa nasal y agachándose hasta una de las líneas, aspira tan fuerte como sus pulmones se lo permiten. Tira su cabeza hacia atrás y grita como si le hubiesen inyectado algo. Mela le pasa el sorbete a Lalo, como si fuese el bastón presidencial del gato de Macri. Cuando Lalo se pone en pose para imitar lo que hizo su amigo, peca de primerizo y al acercarse a la línea blanca ubicada en la mesada exhala una gran bocanada de aire, lo que esparce el polvo por todos lados. Los dos explotan en risas.
                Una vez en la calle, se van a comer algo a la casa de tacos que queda a unas cuadras. Allí la gente los mira, y ellos no entienden muy bien por qué. Al otro día entenderán que el mundo giraba más rápido para ellos en ese momento. El lugar estaba lleno, y de tanto esperar se fueron a esperar a los banquitos ubicados en la calle. Al llegar la comida, la devoraron como si no hubiesen comido por días.
                Luego fueron a un bar, cuyos dueños eran los mismos que el lugar de tacos. ¡Que monopolio! – Exclamó Lalo y empezó a decir todas las razones por las cuales Argentina era un país horrible. Mela estaba acostumbrado a esas críticas, pero por dentro sabía que tanto Lalo como él no podían vivir en otro lado que no sea ese. Conocían cada calle de ese barrio, y amaban Buenos Aires. En el bar no había ni una persona, salvo aquellos que trabajaban allí. Mientras tomaban dos cervezas, se dieron cuenta que habían pasado 6 horas como si nada. Lalo se fue al baño y se vio así mismo en el espejo. Vio una cara demacrada, con ojeras y bastante pálido. Mientras tanto Mela tomaba de a sorbo en sorbo una cerveza que parecía interminable, al mismo tiempo que miraba como el dueño del lugar bailaba con dos rubias hermosísimas. Eras extranjeras, una era huesuda y la otra un poco mas rellenita. Ambas tenían un color de ojos envidiables, aunque Mela no podía descifrar muy bien cual era. Los rasgos de sus rostros eran bien marcados, sus narices eran puntiagudas, las cejas eran finitas y una tenia el pelo lacio y la otra lo tenía ondulado. La más flaca tenia un top, y los tres bailaban como si fuesen ancianos, dando saltos y apuntando los dedos índices hacia el techo. Mela estaba magnificado con la mas flaca y no paraba de ver lo plana que era su panza. Sin embargo, ninguna de las dos tenía un buen trasero. -No hay como los culos de acá- Exclamó
                Salieron del bar tambaleándose, mientras que el de seguridad cerraba la puerta de color bordo atrás de ellos. El dueño se había ido con las dos extranjeras, los tres abrazados. Mela y Lalo se miraron, y se despidieron como si fuesen desconocidos. Cada uno se dirigió para su lado, deseando que llegue la próxima vez.

viernes, 22 de febrero de 2019

Angry bird


Finally can I see
That you are my loving bee
I realized one thing
That I am strong as a tree
And you are inside me
Like a heart, actually like my teeth
Sometimes you make me angry
but not taking too seriously
angry as an angry bird
Sorry but these lines
For sure is not a poetry
I know, is not a big deal
Honestly, is a kind of gift
I hope you think that this isn´t cheap
Just want to say you
I love you from the bottom of my heart
There, deep, deep, deep.

jueves, 14 de febrero de 2019

Historias de Buenos Aires


                 Estar con ella me hace sentir muy especial sinceramente. Nunca me ha pasado algo parecido, nunca he sentido que alguien este verdaderamente pensando en mí la mayoría del tiempo, y al mismo tiempo nunca nadie me ha llamado tanto la atención como ella. Soy una persona de gustos rebuscados y de confianza maltratada. Mis preferencias son cambiantes. No me gustan las cosas por un tiempo prolongado, sin embargo, la personalidad de ella me atrapa día a día, como si fuese un yacimiento de petróleo, pero en este caso no sería un recurso no renovable. O eso es lo que pienso yo.
                Algunos dicen que para amar hay que odiar, y que para experimentar un sentimiento definitivamente hay que sufrir el sentimiento opuesto. ¿Qué pasaría si les cuento que todo lo bueno de los momentos con ella tienen como contrapartida momentos de sufrimiento permanente? ¿Que prefieren? ¿Estar siempre en estados grises donde las sensaciones no son netamente puras? Es decir, uno ama, pero no tanto, uno sufre, pero no tanto o ¿Prefieren disfrutar al máximo y disfrutar y sufrir los momentos como si no hubiese segundas chances, como si cada uno de ellos fuesen determinantes?

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                Para aquel día de San Valentín había planeado todo con mucha cautela. Había elegido con antelación la ropa que iba a usar, el perfume, los zapatos. Tres semanas antes de esta fecha tan especial había reservado una mesa para dos personas en el restaurante más lujoso de Palermo. Dicho restaurante brinda sus servicios hoy en día y pertenece a la familia de los llamados “restaurantes escondidos”. La particularidad de este es que se encuentra en el sótano de una florería, la cual da a la calle. Una vez que uno esta en el interior de la florería debe acercarse al sector de las azucenas y allí, al sentir el bello aroma de las mismas, se abre una puerta que da al restaurante. El interior es de Época, con cuadros de los mejores artistas de los siglos pasados. Algunos llegaron a decir que los verdaderos cuadros no se encuentran en los museos, sino allí en el restaurante.
                Se levantó bien temprano, una hora mas temprano de lo común. Se bañó, se afeitó, se hizo un peinado con una cera alemana especial que compro en la peluquería que usualmente visitaba, y se preparó un rico desayuno. Le mando un mensaje a su pareja deseándole el mejor día de los enamorados y le dijo de ir al restaurante que usualmente iban en San Telmo.  De esta manera sería una sorpresa lo del restaurante en Palermo. Ella le contesto de la misma manera y le expreso sus deseos de estar con el en ese mismo momento. Esta muestra de cariño le dio más alegría de la que tenía. Al llegar a la oficina, se sentó en su escritorio y se coloco los auriculares en sus oídos. No quería interactuar con nadie, no quería que nadie pudiese cambiar el humor que tenía. Solo quería que llegara la hora de ver a su enamorada y disfrutar de la noche. Pero, lamentablemente para este enamorado, al mediodía recibió un requerimiento del jefe del jefe de su jefe. Del cual nunca había escuchado ni una sola palabra. Este le había pedido un reporte para mandarles a la sucursal en Angola. El reporte debería estar listo para el final del día si o sí. Al momento de recibir el pedido pensó que no sería difícil realizar aquel deporte, pero a medida que pasaban las horas se dio cuenta de que si no aceleraba la recopilación de información se tendría que quedar varias horas después del horario normal. Así y todo, en el momento en que todos sus compañeros se levantaron para culminar su día laboral, todavía le faltaba la mitad del trabajo. Le envío un mensaje a su pareja y se quedó algunos segundos con los ojos perdidos.  Tristemente agacho su cabeza y con un suspiro profundo se dio ánimos para motivarse y así terminar el reporte lo antes posible.
                Eran las 8 p.m.  y no había nadie en el edificio. Al salir estaba el personal de seguridad mirando una serie que en su momento estaba de moda. La reserva para el restaurante era a las 9:30 p.m. y como era muy demandado, solo se aceptaba una demora de 10 minutos. De no llegar a tiempo, perderían la reserva. Si bien su novia había comprendido la postergación de la cita, él había presentido que algo estaba mal. Corriendo por la calle se dispuso a llegar al tren de las 8:20 p.m. Sin embargo, al llegar a la estación, le dijeron que la misma estaba clausurada ya que estaban refaccionando por las noches. Las agujas de su reloj marcaban las 8.24 p.m. pero su celular decía 8:26 p.m. Su única esperanza era tomar un colectivo que iba para la casa de su novia y rogar que no le tocase el chofer que manejaba como si estuviese en un país de primer mundo. El gordo cacho, que le pesaban hasta los parpados. No arrancaba la marcha del vehículo hasta que todos estaban sentados, y abría la puerta después de 10 segundos de parado el colectivo.
                A media cuadra de la parada vio que el colectivo estaba por llegar y se encontraba esperando luz verde para pasar el semáforo. Cuando vio en su interior, vio que el gordo Cacho estaba al volante, -por lo menos voy a alcanzarlo – pensó para sus adentros. Redujo el paso, aunque para su sorpresa, al momento de arrancar, el gordo cacho piso el acelerador de tal forma que parecía que estuviese compitiendo en una carrera. Cuando se percató que en la parada no había personas con la intención de tomar ese colectivo, comenzó a correr como si estuviese corriendo por su vida. Al ver que no llegaba, comenzó a gritar: - ¡CACHO¡, ¡¡CACHOOOO!!- pero no alcanzo. Cacho se fue tan rápido como nunca se lo había visto en toda su carrera como chofer de colectivo. Aquella misma noche, chocaría contra un local de preservativos hiriendo solo a una persona, el mismo.
                Todo estaba perdido, se sentía tan avergonzado que no encontraba palabras para explicarle a su prometida que no llegaría. Estaba transpirado, despeinado y desprolijo. Tenía la cara demacrada por todo el trabajo que había realizado durante el día y apenas podía pensar a causa del dolor de cabeza producido por el estrés. La impotencia lo abrazo y lo acobijo y sin saber cómo reaccionar, solo encontró solución en un contenedor de residuos. Con todo su odio, golpeó con todas sus fuerzas el depósito de basura de una patada, por desgracia adentro estaba durmiendo un indigente. El mismo salió del contenedor con un palo de madera en la mano, lo miro a la cara y le dijo: ¡Feliz San Valentín Cariño!

martes, 12 de febrero de 2019

Descripción 1


                     La noche esta despejada y la temperatura ha calmado. Ubicado en la terraza veo como la luna brilla sobre las tejas de una casa que parece deshabitada. El calor fue intenso durante todo el día y mi cabeza se encuentra abombada. El calor me pone de mal humor. Las hojas de las plantas de las masetas no sufren movimiento alguno debido a la inexistencia de viento. Las paredes son coloridas como si estuviese en un lugar turístico, en caminito, en algún lugar cuya imaginación de Benito Quinquela Martin ha generado en su adolescencia, donde las creaciones son más accesibles, donde las esperanzas aún se encuentran frescas como aquel banco pintado de blanco con el cual me he manchado antes de una cita con aquella chica que me gustaba tanto. Es curioso, siempre he pensado que aquella chica era mucho para mí, pero mi sentencia fue mi perdición. Ella gustaba de mí, y con pasos temerosos alcance a besarla, pero después de unos segundos se dio cuenta de que estaba sencillamente analizando cada paso que daba, forzando mi dialogo. Fue como si lo hubiese percibido, como si lo hubiera olido. Luego de abrazarme, me miro con la cara que las personas ven a los mendigos y se fue. ¿Pero qué pretenden que exija? Si por esos tiempos yo era un cachivache que utilizaba el hígado más que otro órgano del cuerpo, y no precisamente por injerir comida chatarra. Era todo un premio besar a mujer de tal talla, tan fina, tan pretendida por otros. Era más chica que yo, llevaba unos jeans tiro alto dejando saber al mundo las formas de su cadera. Era tendencia de esa época mostrar la panza, a lo que los viejos como yo respondíamos con una desenfrenada atención. -Estamos chapado a la antigua – Les decía a mis compañeros. Es que cuando yo tenia la edad de ella las mujeres no mostraban tanta piel. Tener la posibilidad de posar la palma de mi mano derecha sobre esa cadera debiera estar dentro de mis momentos sublimes, como les dije, soy un cachivache. Imagínense cuál fue mi sensación cuando pude besarla. Es una pena que no me haya dado cuenta que mi mayor premio fue el menor de ella, pues ella buscaba algo más y yo había dado todo por algo que ya había ganado antes de empezar. Lo peor de todo fue que nadie me haya visto con tal hermosura, porque, aunque no le dé importancia, los hombres vivimos de nuestra virilidad. Vivimos de lo que dicen los demás, de nuestras anécdotas y de la forma en que las exageramos. Estaba seguro que me había visto mi compañero de salidas nocturnas, pero al mencionárselo, me lo negó. Comienzo a dudar que la haya besado, por ahí de tanto pretenderlo lo he imaginado. Pero sin dudas, esa mujer no tiene nada que envidiarles a las chicas con muchos followers, ella es aun mejor. De una cosa tengo certeza, aunque sea verdad o no, solo con su presencia me ha inundado de esperanza, me ha rejuvenecido.

miércoles, 6 de febrero de 2019

Martin Iron: At the bar


                He got into the pub, everybody saw him and didn´t make a noise. The silence was there in every place. He was the most intimidate man alive, his moves, his black eyes. His voice was the sound of the old’s Patagonians who have lived in south America. He was the Gaucho Martin Iron.
                He made a few steps and sat in a chair. For a moment he took away his look of the floor and he exclaimed to the bartender: -a beer please, a national one. The bartender paid attention as if he was a little child at the school -yes, of course Mr. Gaucho. He gave the beer to Martin and this one drunk it all in a sip.
                -Hey you! - exclaimed one of the guys sit on the corner.
                The Gaucho said nothing and stayed quiet. After a few seconds the other guy insisted again:
                -Hey you! Are you listening me? Are you going to answer me or what?
                -What do you want? – answered Iron.
                - You just come here, say nothing, even you don´t say hello and do you want we treat you like a king? Be nice with us or meanwhile you are drinking here we would be with your China – the rest of the men at the bar looked each other.
                -What did you say? – Asked to the drunker
                - That maybe your China need a visit from me when you are wasting your time drinking here.
                Martin Iron jumped over him, he took of his pocket his knife and put it close his throat. The others felt how the breath of the victim got accelerating. The Gaucho press more and more the knife against him and he looked like if he was to killed him. Martin iron was so cold and the drunker was so sweaty. The drunker started to cry like a little pussy and asked to the Gaucho for mercy. The Gaucho let him free and a tremendous laugh was hearing everywhere. The victim ran away as fast as he could.
                The Gaucho martin Iron took the beer and drunk the last sip, saw to the bartender and said:  -Until the next time.
                He went out and his shadow disappeared on the horizon.