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domingo, 20 de septiembre de 2015

"Like a Bob Dylan"


                 Hay canciones que no deberían terminar nunca. La excelencia a la cual llegan logra transmitir los sentimientos de los artistas que las han hecho, a las personas que las escuchan. Esto no quiere decir que todos entiendan esas canciones de la misma manera, tampoco quiere decir que los artistas hacen esas canciones con el propósito de transmitir un sentimiento en particular. Y es ahí donde radica la magia, ya que se da de una manera sorpresiva, porque todos los artistas en todas sus canciones buscan producir cierta magia en sus seguidores, pero pocas veces lo logran. De la misma manera, todos los oyentes de canciones buscan canciones que lo lleven a otro sitio mágico (que nadie se empeña en saber dónde queda debido a que el descubrir su locación solo produciría la perdida de la magia de este). El arte entonces se produce cuando el creador de una obra logra que su seguidor experimente una sensación desconocida hasta ese momento, que le provoca una sensación única e inigualable con respecto a los otros seguidores que escuchen su tema, quienes a su vez también experimentan a su manera. No son muchos los artistas que logran hacer eso, y mucho menos los que lo logran con muchas canciones. Pero si hay un exponente, este tendría que ser sin duda Bob Dylan.

                 Su verdadero nombre es Robert Allen Zimmerman y nació en Minnesota, Estados Unidos, un 24 de mayo de 1941. Estos datos bien podrían ser otros, pero los necesitamos para referirnos a él. Porque bien podría tener otro nombre, tener otra nacionalidad, ser más joven o más viejo. La cabeza de este artista no sabe de épocas, no sigue las tendencias sino que las crea, y con seguridad que su poesía traspasará cualquier barrera mortal. Bob Dylan ha logrado traspasar los límites mortales con su arte. Su visión del mundo es tan clara y precisa que asusta que exista tal inteligencia. Ha inspirado a infinidad de artistas, tanto de su lengua como de otras. Y no sólo ha inspirado artistas (de la música) sino que también ha logrado ser el sostén de otros Artistas como Steve Jobs.

                Bob Dylan es la prueba de que un verdadero genio, es genio en cualquier lugar. Prueba de esto es que con su música Folk haya sido ídolo en un mundo de Rock. Pero no se lo puede encuadrar en un estilo en particular, porque una inteligencia como la de este artista no puede estar sujeta a las limitaciones de un estilo musical.  Ha pasado por el folk, el blues, el country, el gospel, el rock and roll y el rockabilly, así como la música folk inglesa, escocesa e irlandesa, pasando por el jazz y el swing.

Expresamos nuestra admiración, con respeto, mediante las siguientes palabras:

                Los tiempos están cambiando, porque los ganadores perdedores serán, y al igual, los fracasados del éxito gozarán. Porque los tiempos son los verdaderos jueces de nuestros tiempos. Y cuando las causas y consecuencias no hagan su labor, el tiempo pondrá todo en su lugar.

Los tiempos están cambiando, y no se sabe si para bien o para mal, pero con seguridad están cambiando en la dirección correcta, en el camino en el cual deberían ir.

Y si el tiempo no cambia tu vida, es porque no estás viviendo, porque necesitas jugar para cambiar. Y aun así, si estas apartado, exiliado o marginado, los tiempos te modificarán.

Los tiempos están cambiando, la tristeza se vuelve alegría. La felicidad solo dura unos segundos, el egocéntrico piensa en el otro, y la humildad toca a cada uno a su debido momento. Ningún sentimiento es permanente, y eso es lo justo, y no hay nada más justo que el tiempo... El tiempo está cambiando.

sábado, 19 de septiembre de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 10

Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 10


                ¿Qué hombre tiene tan poca fe que en un momento de gran desastre y de angustia no ha invocado a su Dios? ¿Quién no ha clamado cuando se ha visto confrontado con el peligro, la muerte, o un misterio superior a su comprensión o experiencia normal? ¿De dónde procede este profundo instinto, que se expresa por la boca de todos los seres vivientes en momentos de peligro?

                Agite la mano rápidamente ante los ojos de alguno, y sus párpados pestañearán. Déle a otro un golpecito en la rodilla y la pierna dará un salto. Confronte a otro con una historia de horror y sus labios dirán: “Dios mío”, en virtud del mismo impulso.

                Mi vida no tiene que estar saturada de religión para reconocer este gran misterio de la naturaleza. Todos los seres que andan por la tierra, incluso el hombre, poseen el instinto de clamar pidiendo ayuda. ¿Por qué es que poseemos este instinto, este don?

                ¿No son nuestros clamores una forma de oración? ¿No sería incomprensible, en un mundo gobernado por las leyes de la naturaleza, otorgar a un cordero o a una mula, o a un pajarillos o al hombre el instinto de clamar pidiendo ayuda, si alguna mente superior no hubiese también determinado que el clamor fuese escuchado por un poder superior con la habilidad de escuchar y de responder a nuestro clamor? De aquí en adelante oraré, pero mis clamores pidiendo dirección.

                Nunca oraré pidiendo las cosas materiales de este mundo. No estoy llamando a un sirviente para que me traiga alimentos. No le estoy ordenando a un fondista o mesonero para que me proporcione habitación. No pediré jamás que se me otorgue oro, o  amor, o buena salud, o victorias mezquinas, o la fama, o el éxito o la felicidad. Sólo oraré por directivas y orientaciones, a fin de que se me señale el camino para adquirir estas cosas. Y mi oración será contestada siempre.

                Quizá recibiré la dirección y orientación que busco, o tal vez no, pero ¿No son estas dos cosas una respuesta? Si el niño le pide pan a su padre, y el padre no se lo da, ¿No le ha respondido el padre?

                Oraré pidiendo directivas y orientación, y oraré como un vendedor de esta manera---

 

Oh creador de todas las cosas, ayúdame. Porque hoy me interno en el mundo desnudo y solo, y sin tu mano que me guíe me extraviaré del camino que conduce al éxito y a la felicidad.

                No pido ni oro ropas ni aún las oportunidades en consonancia con mi habilidad; en cambio guíame a fin de que me adquiera habilidad para aprovechar mis oportunidades.

                Tú le has enseñado al león y al águila cómo cazar y prosperar con sus dientes y sus garras. Enséñame a cazar con palabras y a prosperar con amor para que sea un león entre los hombres y águila en el mercado.

                Ayúdame a permanecer humilde en los obstáculos y fracasos; sin embargo, no ocultes de mi vista el premio que acompañará a la victoria.

                Asígname tareas en cuyo desempeño otros hayan fracasado; sin embargo guíame a fin de que pueda arrancar las semillas del éxito de entre sus fracasos. Confróntame con temores que me templen el espíritu; sin embargo, concédeme el valor para reírme de mis dudas.

                Dame un número suficiente de días para alcanzar mis metas; y sin embargo ayúdame para vivir hoy como si fuera mi último día.

                Guíame en mis palabras a fin de que se produzcan frutos. Sin embargo sella mis labios para que no diga chismes y nadie sea calumniado.

                Disciplíname a fin de que adquiera el hábito de no cejar nunca; sin embargo señálame la forma de usar la ley de los promedios. Hazme alerta a fin de reconocer la oportunidad; y sin embargo otórgame paciencia que concentrará mis fuerzas.

                Báñame en buenos hábitos a fin de que los malos se ahoguen; y sin embargo concédeme compasión para las debilidades de los hombres. Déjame saber que todo pasará; sin embargo ayúdame a contar mis bendiciones de hoy.

                Exponme ante el odio a fin de que no me sea extraño; sin embargo llena mi copa de amor a fin de que pueda convertir a los extraños en amigos.

                Pero que todas estas cosas sean así si es tu voluntad. Soy tan sólo un pequeño y solitario grano de uva que se aferra a la viña, y sin embargo me has hecho distinto de todos los demás. En realidad debe existir un lugar especial para mí. Guíame. Ayúdame. Señálame el  camino.

                Déjame que llegue a ser todo lo que tienes planeado para mí cuando mi semilla fue plantada y seleccionada por ti para germinar en la viña del mundo.

               

Ayuda a este humilde vendedor.

 

Guíame; Dios.

Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino

martes, 15 de septiembre de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 9

Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 9

               Mis sueños carecen de valor alguno, mis planes son como el polvo, mis metas son imposibles.

                Todo ello carece de valor a menos que sea seguido de la acción.

                Procederé ahora mismo.

                Jamás ha existido un mapa, por muy exactos que hayan sido los detalles y la escala, que transportara a su dueño un centímetro de distancia. Jamás ha existido un documento jurídico, por justo que fuese, que haya impedido un crimen. Jamás ha existido un pergamino, aún como el que yo sostengo ahora, que se haya ganado un centavo, o producido una sola pablara de pergamino, mis sueños, mis planes, mis metas, hasta convertirlos en una fuerza viviente. La acción es mi alimento y bebida que nutrirá mi éxito.

                Procederé ahora mismo.

                La demora que me ha retrasado fue hija del temor y ahora reconozco este secreto, extraído de las profundidades de corazones valientes. Ahora sé que para conquistar el temor debo siempre proceder sin vacilación y los estremecimientos de mi corazón desaparecerán. Y ahora sé que la acción reduce el león del terror a una hormiga de ecuanimidad.

                Procederé ahora mismo.

                De aquí en adelante, recordaré la lección de la luciérnaga que proyecta su luz solamente cuando vuela, solamente cuando está en acción. Me convertiré en luciérnaga y aún durante el día se verá mi resplandor a pesar del sol. Que otros sean como las mariposas que se acicalan las alas, y que sin embargo dependen de la caridad de una flor para vivir. Seré como una luciérnaga y mi luz iluminará el mundo.

                Procederé ahora mismo.

                No eludiré las tareas de hoy no las postergaré para mañana, porque sé que el mañana nunca llega. Déjenme proceder ahora aunque mis acciones no traigan la felicidad o el éxito, porque es mejor proceder y fracasar que quedarse inactivo y salir del paso a duras penas. La felicidad, en realidad, quizá no sea el fruto arrancado mediante mi acción, y sin embrago sin la acción todo fruto morirá en su talo.

                Procederé ahora mismo.

                Procederé ahora mismo. Procederé ahora mismo. Procederé ahora mismo. De aquí en adelante, repetiré estas palabras constantemente, cada hora, cada día, todos los días, hasta que las palabras se conviertan en un hábito como el respirar y las acciones que sigan sean algo tan instintivo como el pestañear. Con estas palabras puedo preparar la mente para realizar todo acto necesario para mi éxito; con estas palabras puedo preparar la mente para hacer frente a todo desafío que el fracasado elude.

                Procederé ahora mismo.

                Repetiré estas palabras una vez tras otra. Las pronunciaré cuando despierte al saltar de mi cama, mientras el fracasado duerme una hora más.

                Procederé ahora mismo.

                Cuando entre al mercado las pronunciaré e inmediatamente confrontaré a mi primer cliente, mientras el fracasado medita con detenimiento sobre la posibilidad de se lo desaire.

                Procederé ahora mismo.

                Cuando me encuentre frente a una puerta cerrada, las pronunciaré, y luego llamaré mientras que el fracasado espera afuera con temor y temblor.

                Procederé ahora mismo.

                Las pronunciaré cuando me confronte la tentación, y procederé de inmediato para sacarme a mí mismo del mal.      

                Procederé ahora mismo.

                Cuando este tentado a abandonar la lucha para comenzar mañana, pronunciaré estas palabras y procederé de inmediato a consumar otra venta.

                Procederé ahora mismo.

                Solamente la acción determina mi valor en el mercado, y para multiplicar mi valor multiplicaré mi acción. Transitaré allí donde el fracasado busque descanso. Hablaré cuando el fracasado permanece en silencio. Visitaré diez personas que pueden comprar mis mercancías, mientras que el fracasado se formula planes grandiosos para visitar a uno solo. Afirmaré que la labor está cumplida antes que el fracasado diga que es demasiado tarde.

                Procederé ahora mismo.

                Porque él ahora es todo lo que tengo. Mañana es el día reservado para el trabajo de los haraganes. Yo no soy haragán. Mañana es el día cuando lo malo se vuelvo bueno. Yo no soy malo. Mañana es el día cuando el débil se vuelve fuerte. Yo no soy débil. Mañana es el día cuando el fracasado tendrá éxito. Yo no soy un fracasado.

                Procederé ahora mismo.

                Cuando el león siente hambre, come. Cuando el águila siente sed, bebe. Si no procedieran, si no actuaran, ambos morirían.

                Yo siento la sed del éxito. Siento sed de felicidad y de paz mental. Si no procedo, si no actúo, pereceré en una vida de fracaso, de miseria, de noches de insomnio.

                Impartiré órdenes y obedeceré mis propias órdenes.

                Procederé ahora mismo.

                El éxito no esperará. Si demoro, será como una novia que se casará con otro y la perderé para siempre. Ahora es el momento oportuno, éste es el lugar, yo soy el hombre.

                Procederé ahora mismo.

Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino

domingo, 13 de septiembre de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 8

“Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 8

                Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                Una hoja de morera tocada por el genio del hombre se convierte en seda. Un campo de arcilla tocado por el genio se convierte en un castillo.

                Un ciprés tocado por el genio del hombre se convierte en un santuario. Un vellón de lana tocado por el genio del hombre se convierte en un manto para un rey.

                Y si es posible que las hojas y la arcilla y la madera y la lana multipliquen su valor en un ciento por ciento, qué digo, en un mil por el hombre. ¿No puede hacer lo mismo con la arcilla que lleva mi nombre?

                Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                Soy como el grano de trigo a quien le confrontan tres futuros. El trigo puede ser puesto en una bolsa y arrojado en un chiquero para alimentar a los puercos. O puede molerse y convertirse en harina y luego en pan. O puede sembrarse en la tierra a fan de que crezca hasta que sus espigas de oro produzcan mil granos de uno.

                Soy como un grano de trigo, con una diferencia. El trigo no puede escoger ser de alimento para los puercos, molido para el pan, o plantado  para que se multiplique. Yo tengo la facultad de elección y no permitiré que mi vida sea alimento para los puercos no dejaré que sea molida bajo las piedras del fracaso y la desesperación, y así quebrantado, ser devorado por la voluntad de otros.

                Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                Para que crezca y se multiplique es necesario plantar el grano de trigo en la oscuridad de la tierra, y mi fracaso, mi desesperación, mi ignorancia y mis inhabilidades son la oscuridad en la cual he sido plantado a fin de madurar. Ahora, como el grano de trigo que brotará y fructificará solamente si es nutrido por la lluvia y el sol y los vientos tibios, yo también debo nutrir mi cuerpo y mi mente para cumplir mis sueños. Pero para crecer hasta llegar a su plenitud el trigo debe esperar los caprichos de la naturaleza. Pero yo no necesito esperar porque tengo el poder para escoger mi propio destino.

Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                ¿Y cómo lograré esto? Primeramente fijaré metas para el día, la semana, el mes, el año y mi vida. Así como la lluvia debe caer antes de que el grano de trigo rompa su cáscara y germine, así yo también debo tener metas y objetivos para que mi vida cristalice. Al fijarme metas recordaré mis mejores trabajos del pasado y los multiplicaré en un ciento por ciento. Este será el nivel según el cual viviré en el futuro. Nunca me preocuparé de que mis metas sean demasiado elevadas, puesto que  ¿no es mejor acaso apuntar mi lanza a la luna y herir solamente a un águila que apuntar mi lanza al águila y pegarle solamente a una roca?

                Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                La magnitud de mis metas no me asombrará aunque quizá tropiece antes de alcanzarlas. Si tropiezo me levantaré de nuevo y mis caídas no me preocuparán porque todos los hombres deben tropezar con frecuencia antes de llegar a su hogar. Sólo el gusano está libre de la preocupación de tropezar. Y yo no soy gusano. No soy una cebolla tampoco. No soy una oveja. Soy hombre. Que otros construyan una cueva con su arcilla. Por mi parte construiré un castillo con la mía.

 Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                Y así como el sol debe calentar la tierra a fin de producir la plantita de trigo, así también las palabras de estos pergaminos calentarán mi vida y convertirán mis sueños en realidad. Hoy sobrepasaré toda acción que realicé ayer. Subiré a la montaña de hoy con toda la habilidad que tengo, y sin embargo mañana subiré más alto que ayer. El sobrepasar los hechos de los otros carece de importancia; el sobrepasar mis propios hechos es lo que significa todo.

                Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                Y así como el viento caliente hace madurar al trigo, los mismos vientos llevarán mi voz a aquellos que me escucharán y mis palabras les anunciarán mis metas. Una vez pronunciado, no me atrevo a revocar lo que he dicho por temor a la humillación. Seré como mi propio profeta, y aunque todos se rían de mis declaraciones, oirán mis planes, conocerán mis sueños. Y de esta manera no habrá escape para mí hasta que mis palabras se conviertan en hechos realizados.

                Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                No cometeré el terrible crimen de apuntar demasiado bajo.

                Realizaré la labor que un fracasado no realizará.

                Siempre extenderé mi brazo más allá de lo que está a mi alcance.

                No quedaré nunca contento con mi actuación en el mercado.

                Siempre ampliaré mis metas tan pronto como las haya alcanzado.

                Procuraré siempre hacer que la próxima hora sea mejor que está.

                Proclamaré siempre mis metas al mundo.

                Y sin embargo, nunca proclamaré mis éxitos. Que el mundo en cambio se me acerque con alabanza y que tenga yo la sabiduría de recibirlo con humildad.

                Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                Un grano de trigo cuando se multiplica en un ciento por ciento producirá cien tallos. Multipliqué éstos en un ciento por ciento, diez veces, y alimentarán a todas las ciudades del mundo. ¿No soy yo más que un grano de trigo?

                Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.

                Y cuando haya realizado esto, lo repetiré de nuevo, y de nuevo, y se producirá el asombro a la maravilla ante mi grandeza, en circunstancias que las palabras de estos pergaminos se cumplen en mí.

 
Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino

sábado, 12 de septiembre de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 7

“Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 7

                Me reiré del mundo

                Ningún ser viviente puede reírse, con la excepción del hombre. Los árboles tal vez se desangren cuando son heridos, y las bestias del campo se quejarán de dolor y de hambre, y sin embargo sólo yo tengo el don de la risa y es un don que puedo usar cuando quiero. De aquí en adelante cultivaré el hábito de la risa.

                Me reiré del mundo

                Y especialmente, me reiré de mí mismo porque el hombre es lo más cómico cuando se toma demasiado en serio. Nunca caeré en esta trampa de la mente. Porque aunque sea el más grande milagro de la naturaleza, ¿No soy aún un mero grano de arena sacudido por los vientos del tiempo? ¿Sé en realidad de dónde vine y a dónde voy? ¿Mi preocupación por este día no parecerá necia dentro de diez años? ¿Por qué permitiré que los acontecimientos insignificantes del hoy me perturben? ¿Qué puede acontecer antes de que se ponga este sol que no parecerá insignificante en el río de los siglos?

                Me reiré del mundo

                ¿Y cómo me reiré cuando me confronta un hombre o acciones que me ofenden y que provocan mis lágrimas y maldiciones? Tres palabras aprenderé a repetir hasta que se conviertan en un hábito tan fuerte que inmediatamente aparecerán en mi mente siempre que el buen humor amenace apartarse de mí. Estas palabras, transmitidas por los antiguos, me harían triunfar en la adversidad y mantendrán mi vida en equilibrio. Estas tres palabras son: Esto pasará también.

                Me reiré del mundo

                Porque todas las cosas mundanales cesarán. Cuando me sienta profundamente acongojado me consolaré pensando que esto pasará también; cuando me sienta orgulloso del éxito me advertiré que esto pasará también. Cuando me sienta oprimido por la pobreza me diré que esto pasará también; cuando este agobiado de riquezas recordaré que esto pasará también. Ciertamente, ¿Dónde está aquel que edificó la pirámide? ¿No está sepultado dentro de sus piedras? ¿Y la pirámide algún día no quedará sepultada bajo la arena? ¿Si todas estas cosas pasarán, por qué debo preocuparme por el hoy?

Me reiré del mundo

                Pintaré este día con risas; pondré marco a esta noche con una canción. Nuca trabajaré para ser feliz; más bien trabajaré con ahinco para no estar triste. Disfrutaré hoy la felicidad de hoy. No es grano para ser almacenado en una caja. No es vino a guardarse en una vasija. No puede conservarse para mañana. Debe sembrarse y cosecharse el mismo día y esto haré de hoy en adelante.

                Me reiré del mundo

                Y con mi risa todas las cosas quedarán reducidas a su justa medida. Me reiré de mis fracasos y se desvanecerán en nubes de nuevos sueños; me reiré de mis éxitos y quedarán reducidos a su verdadero valor. Me reiré del mal, que sucumbirá sin ser probado. Me reiré de la bondad, y está prosperará y abundará. El día será triunfante sólo cuando mis sonrisas provoquen sonrisas en otros, y esto lo hago por interés, porque aquellos a quienes les hago mal gesto no compran mis mercancías.

                Me reiré del mundo

                De aquí en adelante derramaré solamente lágrimas de sudor, porque las lágrimas que nacen de la tristeza, del remordimiento, de la frustración no tienen valor en el mercado, mientras que cada sonrisa puede ser canjeada por oro y cada palabra bondadosa, hablada desde el corazón, puede edificar un castillo.

                Nunca permitiré que me vuelva tan importante, tan sabio, tan grave, y reservado, tan poderoso, que me olvide de reírme de mí mismo y de mi mundo. En este asunto seguiré siempre siendo un niño, porque solamente como un niño se me ha otorgado la habilidad de admirar a los demás; y mientras admire a otro nunca me formaré una opinión excesiva de mí mismo.

                Me reiré del mundo

                Y mientras pueda reírme no seré jamás pobre. Este es entonces uno de los mayores dones de la naturaleza, y no lo malgastaré más. Solamente con la risa y la felicidad puedo convertirme en un verdadero éxito. Sólo con la risa y la felicidad puedo disfrutar de los frutos de mi trabajo. Si no fuera así, sería mejor que fracasara, porque la felicidad es el vino que afina el gusto de la comida. Para disfrutar del éxito debo tener felicidad, y la risa será la doncella que me sirve.

                Seré feliz; tendré éxito; seré el más grande vendedor que el mundo haya conocido.
Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino
 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 6

“Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 6

                 Hoy seré dueño de mis emociones.

                La marea sube; la marea abaja. Pasa el invierno y llega el verano. Declina el verano y aumenta el frío. El sol sale; el sol se pone. La luna está llena; la luna es negra. Llegan los pájaros; y luego parten. Florecen las flores; las flores se marchitan. Se siembra la semilla; se recoge la cosecha. La naturaleza toda es un ciclo de estados de ánimo y yo soy parte de la naturaleza, y así como la marea, subirán mis estados de ánimo; mis estados de ánimo bajarán.

                Hoy seré dueños de mis emociones.

                Es una de las estratagemas de la naturaleza, escasamente comprendida, que cada día amanezco con estados de ánimo que han cambiado desde ayer. El gozo de ayer se convertirá en la tristeza de hoy; sin embargo la tristeza de hoy pasará a ser el gozo del mañana. Dentro de mi hay una rueda, que cambia constantemente de la tristeza al gozo, de los transportes de alegría a la depresión, de la felicidad a la melancolía. A igual que las flores, los capullos de gozo de hoy se marchitarán y abatirán, y sin embargo recordaré que las flores secas de hoy llevan la semilla de pimpollo del mañana; así también la tristeza de hoy contiene la simiente del gozo del mañana.

                Hoy seré dueños de mis emociones.

                ¿Y cómo dominaré estas emociones a fin de que cada día sea productivo? Porque a menos que mi estado de ánimo sea el correcto, mi vida será un fracaso. Los árboles y las plantas dependen del tiempo para florecer, pero yo elaboro mi propio tiempo, que digo, lo llevo conmigo. Pero si yo les ofrezco a mis clientes lluvia y lobreguez y tinieblas y pesimismo, reaccionarán con tristeza, tinieblas y pesimismo y no me comprarán nada. Si les ofrezco gozo y entusiasmo y claridad y alegría a mis clientes, reaccionarán con gozo y entusiasmo, claridad y alegría, y mi tiempo me producirá una cosecha de ventas y un granero de oro.

                Hoy seré dueños de mis emociones.

                ¿Y cómo dominaré a mis emociones a fin de que todos los días sean días felices y productivos? Aprenderé este secreto de los siglos: Débil es aquel que permite que sus pensamientos controlen sus acciones; fuerte es aquel que compele a sus acciones que controlen sus pensamientos. Todos los días cuando despierto seguiré este plan de batalla antes de ser capturado por las fuerzas de la tristeza, de la auto-compasión y del fracaso---

 

                Si me siento deprimido cantaré.

                Si me siento triste reiré.

                Si me siento enfermo redoblaré mi trabajo.

                Si me siento enfermo redoblaré mi trabajo.

                Si siento miedo me lanzaré adelante.

                Si me siento inferior vestiré ropas nuevas.

                Si me siento inseguro levantaré la voz.

                Si siento pobreza pensaré en la riqueza futura.

                Si me siento incompetente recordaré éxitos del pasado.

                Si me siento insignificante recordaré mis metas.

               

                Hoy seré dueños de mis emociones.

                De aquí en adelante, sabré que sólo aquellos con habilidad inferior podrán estar siempre a su nivel más alto, y yo no soy inferior. Habrá días cuanto tenga que luchar constantemente contra fuerzas que me desgarrarían. Aunque el desánimo y la tristeza son fáciles de reconocer, hay otros que se nos aproximan con una sonrisa y con un amistoso apretón de mano pero también pueden destruirnos. Contra ellos, también, debo estar siempre alerta ---

               

                Si se apodera de mí la confianza excesiva, recordaré mis fracasos.

                Si me siento inclinado a entregarme con exceso a la buena vida, recordaré hambres pasadas.

                Si siento complacencia, recordaré mis competidores.

                Si disfruto de momentos de grandeza, recordaré momentos de vergüenza.

                Si me siento todopoderoso, procuraré detener el viento.

                Si alcanzo grandes riquezas, recordaré una boca hambrienta.

                Si me siento orgulloso en exceso, recordaré un momento de debilidad.

                Si pienso que mi habilidad no tiene igual, contemplaré las estrellas.

 

                Hoy seré dueños de mis emociones.

                Y con este nuevo conocimiento comprenderé también y reconoceré los estados de ánimo de aquel a quien visité. Toleraré su enojo y su irritación de hoy porque no sabe el secreto de dominar su mente. Puedo resistir sus saetas e insultos porque ahora sé que mañana cambiará y será un gozo visitarlo.

                No juzgaré a un hombre por una sola visita; no dejaré jamás de visitar de nuevo mañana a aquel que hoy me demuestra odio. Hoy no comprará carrozas de oro por un centavo, y sin embargo, mañana canjeará su casa por un árbol. El conocimiento que tengo de este secreto será la llave que me abre las puertas de la riqueza.

                Hoy seré dueños de mis emociones.

                De aquí en adelante reconoceré e identificaré el misterio de los estados de ánimo de toda la humanidad, y en mí. Desde este momento estoy preparado para dominar cualquier tipo de personalidad que se despierta en mí todos los días. Dominaré mis estados de ánimo mediante una acción positiva, y cuando haya dominado mis estados de ánimo, controlaré mi destino.

                Hoy controlo mi destino, y mi destino es el de convertirme en el vendedor más grande del mundo.

                Seré dueño de mí mismo.

                Seré grande.
 
Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino
 
 

domingo, 6 de septiembre de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 5

“Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 5
                Viviré este día como si fuese el último día de mi vida.
                ¿Y qué haré con este último día de valor incalculable que me queda? Primero, sellaré el contenido de la vida de manera que ni una gota se derrame sobre la arena. No perderé ni un momento siquiera en lamentarme por las desgracias del ayer, las derrotas del ayer, los sufrimientos del ayer, porque ¿Por qué debo desperdiciar lo que es bueno en lo malo?
                ¿Puede la arena deslizarse hacia arriba en el reloj? ¿Saldrá el sol donde se pone y se pondrá dónde sale? ¿Puedo vivir de nuevo los errores del ayer y corregirlos?  ¿Puedo hacer que retornen las heridas del ayer y sanarlas? ¿Puedo volverme más joven que ayer? ¿Puedo desdecirme del mal que he hablado, anular los golpes que he asestado, el dolor que he provocado? No, el ayer ha quedado sepultado para siempre y no pensaré más en él.
                Viviré hoy como si fuera el último día de mi existencia.
                ¿Y qué haré entonces? Olvidándome del ayer, no pensaré tampoco en el mañana. ¿Por qué arrojaré el ahora detrás del quizá? ¿Puede la arena del mañana correr por el reloj antes que la de hoy? ¿Nacerá el sol dos veces esta mañana? ¿Puedo realizar las tareas del mañana mientras me hallo en la senda del hoy? ¿Puedo poner el oro del mañana en la bolsa del hoy? ¿Puede el niño del mañana nacer hoy? ¿Puede la muerte que se producirá mañana proyectar hacia atrás su sombra y oscurecer el gozo de hoy? ¿Debo preocuparme de acontecimientos que quizá nunca contemple? ¿Debo atormentarme con problemas que tal vez nunca ocurran? ¡No! El mañana yace sepultado con el ayer, y no pensaré más en él. Viviré este día de mi existencia.
                Este día es todo lo que tengo, y estas horas son ahora mi eternidad. Saludo este amanecer con exclamaciones de gozo, como un preso a quien se le conmuta la sentencia de muerte. Elevo mis brazos con agradecimiento por este don inapreciable de un nuevo día. Así también me golpearé el pecho con gratitud al considerar a todos los que saludaron la salida del sol del ayer y que hoy no figuran entre los vivos. Soy en realidad un hombre afortunado, y las horas de hoy constituyen algo extra, inmerecido. ¿Por qué  se me ha permitido vivir este día extra, cuando otros, muchos mejores que yo, han muerto? ¿Será acaso que han cumplido su propósito mientras que el mío está aún inconcluso? ¿Es ésta otra oportunidad de convertirme en el hombre que yo sé que puedo ser?  ¿Existe un propósito en la naturaleza? ¿Es éste mi día para distinguirme?
                Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.
                Tengo tan sólo una vida, y la vida nada es sino una medida de tiempo. Cuando malgasto una destruyo al otro. Si malgasto el hoy destruyo la última página de mi vida. Por la tanto, trataré con ternura y afecto cada hora, porque no retornará jamás. No puede conservarse hoy para ser usado mañana, ¿Quién puede atrapar al viento? Asiré con ambas manos cada minuto de este día y lo acariciaré con afecto puesto que su valor es incalculable. ¿Qué hombre moribundo puede comprar el hálito de otro aunque esté dispuesto a dar por él todo su oro? ¿Qué valor asignaré a las horas que me quedan?  Las consideraré inapreciables.
                Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.
                Eludiré con ahinco a todo aquello que mata el tiempo. A la indecisión destruiré con la acción; sepultaré las dudas bajo la fe; el temor destruiré con la confianza. No escucharé a los labios ociosos; no me quedaré donde hay manos ociosas; a personas ociosas no visitaré. De aquí en adelante sabré que el cortejar la ociosidad equivale a robar alimentos, ropas y calor de aquellos a quienes amamos. No soy ladrón. Soy un hombre que siente cariño en su corazón y hoy es mi última oportunidad de demostrar mi cariño y mi grandeza.
                Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.
                Los deberes de hoy cumpliré hoy. Hoy acariciaré a mis hijos mientras son niños aún; mañana se habrán ido, y yo también. Hoy abrazaré a mi mujer y la besaré dulcemente; mañana ya no estará ni yo tampoco; hoy le prestaré ayuda al amigo necesitado; mañana ya no clamará pidiendo ayuda, ni tampoco yo podré oír su clamor. Hoy me sacrificaré y me consagraré al trabajo; mañana no tendré nada que dar, y no habrá nada que recibir.
                Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.
                Y si es mi último día, será mi monumento más grande. Este día haré el mejor de mi vida. Este día aprovecharé los minutos hasta su máximo. Lo saborearé y daré gracias. Aprovecharé todas las horas y a los minutos canjearé solamente por algo de valor. Trabajaré con más ahinco que nunca y exigiré a mis músculos hasta que pidan el alivio, y aun así continuaré. Haré más visitas que nunca. Venderé más mercancías que nunca. Ganaré más oro que nunca. Cada minuto de hoy será más fructífero y fecundo que las horas de ayer. Mi último día deberá ser mi mejor día.
                Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.
                Y si no lo es, caeré de rodillas y daré gracias.
Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino