TELEFONO PUBLICO EN LA WEB

domingo, 30 de agosto de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 4

“Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 4
                 Soy el milagro más grande de la naturaleza.
                Desde el comienzo del mundo, nuca ha existido otro con mi mente, mi corazón, mis ojos, mis oídos, mis manos, mi cabello, mi boca. Nadie ha podido, ni puede ni podrá caminar y andar y moverse y pensar exactamente como yo. Todos los hombres son hermanos míos y sin embargo soy diferente de cada uno de ellos. Soy una criatura única.
                Soy el milagro más grande de la naturaleza.
                Aunque figuro en el reino animal, lo animal solamente no me satisfará. Dentro de mí arde una llama que ha pasado a través de incontables generaciones, y su calor constituye un constante incentivo para mi espíritu de ser mejor de lo que soy y lo seré. Avivaré esta llama de la disconformidad y proclamaré mi singularidad ante el mundo.
                Nadie puede manejar el pincel ni el cincel como yo; nadie puede imitar exactamente mi caligrafía; nadie podrá engendrar a mi hijo y en realidad nadie tiene la habilidad de vender exactamente como yo. De aquí en adelante, me aprovecharé de esta diferencia puesto que es un factor que debo promover hasta lo sumo.
                Soy el milagro más grande de la naturaleza.
                No haré más intentos vanos de imitar a otros. En cambio exhibiré mi singularidad en el mercado. La proclamaré, sí la venderé. Comenzaré ahora a acentuar mis diferencias; a ocultar mis similitudes. Así también aplicaré este principio a las mercancías que vendo. Un vendedor y su mercancía, diferente de todos los demás, y orgulloso de la diferencia.
                Soy el milagro más grande de la naturaleza.
                Soy una cosa rara, y existe valor en todo lo raro; por lo tanto soy de valor. Soy el resultado de miles de años de progreso; por lo tanto estoy mejor equipado, tanto mental como corporalmente, que todos los emperadores y sabios que me precedieron.
                Pero mi habilidad, mi mente, mi corazón y mi cuerpo se estancarán, se corromperán y morirán a menos que les dé buen uso. Tengo un potencial ilimitado. Empleo solamente una pequeña porción de mi cerebro; ejercito solamente una ínfima porción de mis músculos. Puedo mejorar en un ciento por ciento más mis éxitos de ayer; y esto haré, a comenzar desde hoy.
                Nunca jamás quedaré satisfecho con los éxitos del ayer, ni me entregaré tampoco a la alabanza personal por hechos que en realidad son demasiado pequeños para aún ser reconocidos. Puedo realizar mucho más de lo que he realizado y lo haré, porque ¿Por qué razón el milagro que me produjo debe terminar con mi nacimiento? ¿Por qué no puedo extender ese milagro a mis hechos de hoy?
                Soy el milagro más grande de la naturaleza.
                No estoy de casualidad en esta tierra. Estoy aquí con un propósito, y ese propósito es crecer hasta convertirme en montaña, y no encogerme hasta parecer un grano de arena. De aquí en adelante concentraré todos mis esfuerzos a transformarme en la montaña más elevada de todas, y exigiré a mi potencial hasta que me pida tregua.
                Acrecentaré mis conocimientos de la humanidad, de mí mismo, y de las mercancías que venda, de manera que mis ventas se multiplicarán. Practicaré y mejoraré y puliré las palabras que pronuncio para vender mis mercancías, porque éste es el cimiento sobre el cual edificaré mi carreara y nunca me olvidaré que muchos han alcanzado grandes riquezas y éxito mediante un solo discurso de ventas pronunciado con excelencia. Asimismo procuraré constantemente mejorar mis modales y atractivos, puesto que son el azúcar hacia la cual todos son atraídos.
                Soy el milagro más grande de la naturaleza.
                Concentraré todas mis energías a hacer frente al desafío del momento, y mis actos contribuirán a que me olvide de todo lo demás. Los problemas de mi casa los dejaré en casa. No pensaré en mi familia cuando estoy en el mercado, porque esto ensombrecerá mis pensamientos. De igual manera los problemas inherentes al mercado serán dejados en el mercado y no pensaré en mi profesión cuando estoy en mi casa, puesto que esto apagará mi amor.
                No hay lugar en el mercado para mi familia, ni hay lugar tampoco en mi casa para el mercado. Divorciaré al uno del otro y de esta manera permaneceré unidos a ambos. Deben permanecer separados o morirá mi carrera. Esta es la paradoja de los siglos.
                Soy el milagro más grande de la naturaleza.
                Se me han dado ojos para que vea y una mente para que piense y ahora sé un gran secreto de la vida porque percibo por fin que todos mis problemas, mis desánimos y sufrimientos son en realidad grandes oportunidades veladas. Nunca me engañaré por el disfraz que lleven, porque mis ojos están abiertos. Miraré más allá del disfraz y no seré engañado.
Soy el milagro más grande de la naturaleza.
                Ni las bestias, ni las plantas, ni el viento, ni la lluvia, ni las rocas, ni los lagos tuvieron el mismo comienzo que yo, porque fui concebido con amor y traído a este mundo con un propósito. En el pasado no consideraré esta verdad, pero desde ahora en adelante le dará forma a mi vida y la guiará.
                Soy el milagro más grande de la naturaleza.
                Y la naturaleza no conoce derrota. Con el tiempo, emerge victoriosa, y así lo haré yo, y con cada victoria la próxima lucha no será tan difícil.
                Venceré, y me convertiré en un gran vendedor, puesto que soy único, singular.
                Soy el milagro más grande de la naturaleza.


Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino

sábado, 29 de agosto de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 3


“Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 3

                Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                En el oriente los toros jóvenes son puestos a prueba en cierta forma para la corrida en la plaza. Estos toros son traídos a la plaza y se les deja atacar al picador que los pica con una lanza. La bravura de cada toro se calcula entonces con cuidado, según las veces que demostró su disposición de embestir a pesar de la picadura de la lanza. De aquí en adelante reconoceré que todos los días la vida me pone a prueba en igual forma. Si persisto, si sigo probando, si continúo embistiendo alcanzaré el éxito.

                Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                En este mundo no nací en derrota, ni el fracaso corre por mis venas. No soy una oveja que espera ser aguijoneada por el pastor. Soy un león y me niego a hablar, a caminar o a dormir con las ovejas. Me abstendré de escuchar a aquellos que lloran y se quejan, porque la enfermedad es contagiosa. Que ellos se unan a las ovejas. El matadero del fracaso no es mi destino.

                Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                Los premios de la vida se encuentran al fin de cada jornada, y no cerca del comienzo, y no me corresponde a mí saber cuántos pasos son necesarios a fin de alcanzar mi meta. Puede aún sobrecogerme el fracaso al dar mi milésimo paso, y sin embargo quizá el éxito se oculte detrás del siguiente recodo del camino. Jamás sabré cuán cerca estoy del éxito a menos que doble la curva.

Siempre daré un paso más. Si ése no es suficiente daré otro y aún otro. En realidad, un paso por vez no es muy difícil.

                Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                De aquí en adelante consideraré el esfuerzo de cada día como un golpe de la hoja del hacha contra un poderoso roble. El primer golpe quizá ni cause temblor en el árbol, ni el segundo ni el tercero. Cada golpe en sí mismo quizá sea insignificante y al parecer sin consecuencia. Y sin embargo como resultado de golpes endebles, el roble finalmente se tumbará. Y así será con mis esfuerzos hoy.

                Se me comparará con las gotas de lluvia que finalmente se llevan la montaña; la hormiga que devora al tigre; la estrella que ilumina la tierra; el esclavo que construye una pirámide. Edificaré mi castillo usando un ladrillo por vez porque yo sé que los pequeños intentos, repetidos, completarán cualquier empresa.

                Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                Jamás aceptaré la derrota y borraré de mi vocabulario palabras o frases como abandono, no puedo, imposible, irrealizable, improbable, fracaso, impráctico, sin esperanzas y retirada; porque son palabras de necios. Huiré de la desesperación, pero si esta enfermedad de la mente me atacará, seguiría trabajando en medio de la desesperación. Trabajaré y aguantaré. Pasaré por alto los obstáculos  que se yerguen a mis pies, y mantendré los ojos fijos en las metas por encima de mi cabeza, porque sé que donde termina el árido desierto, crece la verde vegetación.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                Recordaré la antiquísima ley de los promedios y la adaptaré para mi beneficio.

                Persistiré con la convicción de que cada vez que fracase en una venta, aumentarán las posibilidades de éxito en la tentativa siguiente. Toda vez que escuche no, me aproximará al sonido de un sí. Toda vez que me encuentre con una mirada de desaprobación recordaré que sólo me prepara para la sonrisa que hallaré después. Cada desventura que me sobrevenga contendrá en sí la semilla de la buena suerte del mañana. Debo contemplar la noche para apreciar el día. Debo fracasar con frecuencia para tener éxito una sola vez.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Persistiré, persistiré y persistiré de nuevo. Cada obstáculo que se me presente, lo consideraré como un mero rodeo en el camino que me lleva a la meta, y un desafío a mi profesión. Persistiré y desarrollaré mis habilidades como el marino desarrolla las suyas, aprendiendo a dominar la furia de cada tormenta.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

De aquí en adelante, aprenderé y aplicaré otro secreto de aquellos que sobresalen en su trabajo. Cuando haya terminado el día, sin tener en cuenta si ha sido un éxito o fracaso, procuraré realizar una venta más. Cuando mis pensamientos inviten a mi cansado cuerpo a retornar a la casa, resistiré la tentación de hacerlo. Trataré de realizar una venta más. Haré un intento más de cerrar el día con una victoria, y si ese intento fracasa haré otro. No permitiré jamás que ningún día termine en fracaso. De esta manera plantaré la semilla del éxito del mañana y lograré una ventaja insuperable sobre aquellos que cesan de trabajar a una hora prescripta. Cuando otros ponen fin a la lucha, la mía habrá comenzado, y mi cosecha será amplia.

Persistiré hasta alcanzar el éxito.

Ni permitiré tampoco que los éxitos del ayer me hagan caer en el sopor de la complacencia del hoy, puesto que ésta es el gran fundamento del fracaso. Me olvidaré de los acontecimientos del día que ha pasado, ya fuesen buenos o malos, y saludaré el nuevo día con confianza de que éste será el mejor día de mi vida.

Mientras haya hábito en mí, persistiré. Porque ahora sé uno de los grandes principios del éxito; si persisto lo suficiente alcanzaré la victoria. Persistiré, alcanzaré la victoria.



Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino

domingo, 23 de agosto de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 2


“Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 2

                Saludaré este día con amor en mi corazón.
                Porque éste es el secreto más grande del éxito en todas las empresas. La fuerza muscular podrá partir un escudo y aún destruir la vida, pero sólo el poder invisible del amor puede abrir el corazón del hombre, y hasta que no domine este arte no seré más que un mercachifle en el mercado. Haré del amor mi arma más poderosa y nadie a quien yo visite podrá defenderse de su fuerza.

                Podrán contradecir mi razonamiento; podrán desconfiar de mis discursos; podrán desaprobar mi manera de vestir; podrán rechazar mi rostro; y hasta podrán sospechar de mis ofertas especiales; y sin embargo mi amor les derretirá el corazón, al igual que el sol cuyos rayos entibian la más fría arcilla.

                Saludaré este día con amor en mi corazón.

¿Y cómo lo haré? De aquí en adelante contemplaré todas las cosas con amor y naceré de nuevo. Amaré al sol porque me calienta los huesos; pero también amaré la lluvia porque purifica mi espíritu. Amaré la luz porque me señala el camino; pero también amaré la oscuridad porque me enseña las estrellas. Acogeré la felicidad porque engrandece mi corazón; pero también soportaré la tristeza porque descubre mi alma. Reconoceré la recompensa porque constituye mi pago; pero también daré acogida a los obstáculos porque constituyen para mí un desafío.

                Saludaré este día con amor en mi corazón.

                ¿Y cómo hablaré? Elogiaré a mis enemigos y se convertirán en amigos míos. Animaré a mis amigos y se volverán mis hermanos. Ahondaré siempre en busca de razones para elogiar; nunca me allanaré a buscar excusas para el chisme. Cuando sienta la tentación de criticar, me morderé la lengua; cuando me sienta inspirado a elogiar, lo proclamaré a los cuatro vientos.

                ¿No sucede que los pájaros, el viento, el mar y la naturaleza toda hablan con la música de la alabanza para su creador?  ¿No puedo acaso hablar con la misma música a sus hijos? De aquí en adelante recordaré este secreto que cambiará mi vida.

                Saludaré este día con amor en mi corazón.

                ¿Y cómo procederé? Amaré a todas las clases de hombres porque cada uno tiene cualidades dignas de ser admiradas aunque quizá estén ocultas. Derribaré la muralla de sospecha y de odio que han construido alrededor de sus corazones, y en su lugar edificaré puentes para llegar por ellos a sus almas.

                Amaré al que tiene ambiciones porque podrá inspirarme; amaré a los que han fracasado porque pueden enseñarme. Amaré a los reyes porque son solamente humanos; amaré a los ricos porque sufren la soledad; amaré a los pobres porque son tantos. Amaré a los jóvenes por la fe a que se aferran; amaré a los ancianos por la sabiduría que comparten. Amaré a los hermosos por sus ojos de tristeza; amaré a los feos por sus almas saturadas de paz.

                Saludaré este día con amor en mi corazón.

                ¿Pero cómo reaccionaré ante la conducta de los demás? Con amor. Porque así como el amor es el arma con la que me propongo abrir el corazón del hombre, el amor es también mi escudo para resistir los dardos del odio y las lanzas de ira. La adversidad y el desánimo azotarán cual huracán mi nuevo escudo, hasta quedar finalmente reducidos a fina lluvia. Mi escudo me protegerá en el mercado, me sostendrá cuando estoy solo. Me estimulará en momentos de desánimo, pero también me calmará en épocas de gozoso transporte. Con el uso se fortalecerá y me protegerá cada vez más, hasta que un día lo pondré a un lado y caminaré sin estorbos entre todos los hombres, y cuando lo haga, mi nombre será enarbolado bien alto en la pirámide de la vida.

                Saludaré este día con amor en mi corazón.

                ¿Y cómo me enfrentaré con las personas con quienes me encuentro? De una sola manera. En silencio y en mi fuero interno me dirigiré a él y le diré que le amo. Aunque dichas en silencio estas palabras se reflejarán en mis ojos, serenarán mi frente, harán eco en mi voz; y su corazón se abrirá. ¿Y quién es aquel que se negará a comprar mis mercancías cuando en su corazón sienta mi amor?

                Saludaré este día con amor en mi corazón.

                Y principalmente me amaré a mí mismo. Porque cuando lo hago, vigilaré celosamente todo lo que entra en mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón. Nunca jamás mimaré los apetitos de la carne, sino que más bien trataré mi cuerpo con limpieza y moderación. Nunca permitiré que mi mente sea atraída por el mal y la desesperación, sino que más bien la estimularé con los conocimientos y la sabiduría de los siglos. Nunca le permitiré a mi alma que se vuelva complaciente y satisfecha; por el contrario la alimentaré con la meditación y la oración. No permitiré nunca que mi corazón se empequeñezca o se amargue; sino más bien lo compartiré y crecerá y alegrará la tierra.

Saludaré este día con amor en mi corazón.

                De aquí en adelante amaré a toda la humanidad. Desde este momento todo el odio ha sido extraído de mis venas porque no tengo tiempo para odiar, sólo tengo tiempo para amar. Desde este momento doy el primer paso requerido para convertirme en un hombre entre los hombres. Con amor aumentaré mis ventas en un ciento por ciento y me convertiré en un gran vendedor. Aunque no posea otras cualidades, puedo alcanzar el éxito con el amor solamente. Sin el amor fracasaré aunque posea todos los conocimientos y habilidades del mundo.

                Saludaré este día con amor, y tendré éxito.

Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino

miércoles, 19 de agosto de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 1 (segunda parte)


“Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 1 (segunda parte)
 
"...En realidad, la única diferencia entre aquellos que han fracasado y aquellos que han tenido éxito reside en la diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Los malos hábitos son la puerta abierta al fracaso. De manera entonces que la primera ley que obedeceré, y que procede a todas las otras es la siguiente: Me formaré buenos hábitos, y seré el esclavo de esos hábitos.

                Cuando era niño, era esclavo de mis impulsos, ahora soy esclavo de mis hábitos, como lo son todos los hombres crecidos. He rendido mi libre albedrío a los años de hábitos acumulados y las acciones pasadas de mi vida han señalado ya un camino que amenaza aprisionar mi futuro. Mis acciones son gobernadas por el apetito, la pasión, el prejuicio, la avaricia, el amor, temor, medio ambiente, hábitos, y el peor de estos tiranos es el hábito. Por lo tanto si tengo que ser esclavo de los hábitos, que sea esclavo de los buenos hábitos.

                Los malos hábitos deben ser destruidos y nuevos surcos preparados para la buena semilla.

                Adquiriré buenos hábitos y me convertiré en su esclavo. ¿Y cómo realizaré esta difícil empresa? Lo haré por medio de estos pergaminos, porque cada uno contiene un principio que desalojará de mi vida un hábito malo y lo reemplazará con uno que me acerque al éxito. Porque hay otra ley de la naturaleza que dice que sólo un hábito puede dominar a otro. De manera que a fin de que estas palabras escritas cumplan la tarea para la cual han sido designadas, debo de disciplinarme a mí mismo y adquirir el primero de mis nuevos hábitos que es el siguiente: Leeré cada pergamino durante 30 días en esta forma prescrita, antes de proceder a la lectura del pergamino siguiente.

                Primero, leeré las palabras en silencio cuando me levanto al a mañana.  Luego leeré las palabras en silencio después de haber participado de la comida del mediodía. Finalmente leeré las palabras de nuevo antes de acostarme al finalizar el día, y aún más importante, en esta oportunidad leeré las palabras en alta voz.

                Al día siguiente repetiré este procedimiento, y continuaré de esta manera durante 30 días. Luego empezaré el siguiente pergamino y repetiré este procedimiento durante otros treinta días. Continuaré de esta forma hasta que haya vivido con cada uno de los pergaminos durante 30 días y mi lectura se haya convertido en hábito.

                ¿Y qué realizaré mediante este hábito? Reside aquí el secreto oculto de todas las realizaciones del hombre. Al repetir diariamente las palabras, se convertirán pronto en parte integral de mi mente activa, pero aún más importante, se filtrarán también hasta la otra mente mía, que crea mis sueños, y con frecuencia me hace proceder en una forma que no comprendo.

                A medida que las palabras de estos pergaminos son absorbidas por mi misteriosa mente, comenzaré a despertar, todas las mañanas, con una vitalidad que no he conocido nunca. Mi vigor aumentará, mi entusiasmo se acrecentará, mi deseo de enfrentarme con el mundo dominará a todos los temores que antes me asaltaban al amanecer, y seré más feliz de lo que jamás había pensado que fuese posible en este mundo de luchas y de dolor.

                Finalmente, descubriré que reacciono ante todas las situaciones que me confrontan como los pergaminos me ordenaron que reaccionara, y de pronto estas acciones y reacciones serán fáciles de realizar, porque todo acto se hace fácil con la práctica.

                De manera entonces que nacerá un hábito nuevo y bueno, porque cuando un acto se hace fácil mediante la repetición constante se convierte en un placer realizarlo, y si es un placer realizarlo corresponde a la naturaleza del hombre el realizarlo con frecuencia. Cuando lo hago con frecuencia se convierte en un hábito y yo me convierto en su esclavo y puesto que éste es un buen hábito, ésta es mi voluntad.

                Hoy comienzo una nueva vida.

                Y me hago un solemne juramento de que nada retardará el crecimiento de mi nueva vida. No interrumpiré ni un día estas lecturas porque el día que pierda no podrá recobrarse jamás ni podré substituirlo por otro.  No debo interrumpir, no interrumpiré este hábito de la lectura diaria de estos pergaminos, y en realidad, los pocos momentos que pase todos los días en este nuevo hábito serán un precio insignificante que tendré que pagar por la felicidad y el éxito que serán míos.

                Y mientras leo y releo las palabras de los pergaminos siguientes, no permitiré jamás que la brevedad de cada pergamino ni la simplicidad de sus palabras me lleven a tratar livianamente el mensaje del pergamino. Miles de uvas se prensan para llenar una botella de vino y el hollejo y la pulpa son arrojados a los pájaros. Así es con estas uvas de sabiduría de los siglos. Mucho se ha filtrado y arrojado a los vientos. Solamente la verdad pura yace destilada en las palabras que vendrían. Beberé según las instrucciones y no derramaré ni una gota. Y la semilla del éxito ingeriré.

                Hoy mi viejo pellejo se ha vuelto como polvo. Caminaré erguido entre los hombres y no me reconocerán, porque hoy soy un nuevo hombre, con una nueva vida."
 

Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino
 
 
 

lunes, 17 de agosto de 2015

El vendedor más grande del mundo - Pergamino número 1 (primera parte)



“Todos los pergaminos, con la excepción de uno, contienen un principio, una ley, o una verdad fundamental escrita en un estilo singular para ayudar al lector a comprender su significado. A fin de dominar el arte de las ventas, uno debe aprender y practicar el secreto de cada pergamino. Cuando uno domina estos principios, tiene el poder de acumular toda la riqueza que desea”

Pergamino número 1 (primera parte)

                "Hoy comienzo una nueva vida.

                Hoy mudaré mi viejo pellejo que ha sufrido, durante tanto tiempo, las contusiones del fracaso y las heridas de la mediocridad.

                Hoy nazco de nuevo y mi lugar de nacimiento es una viña donde hay fruto para todos.

                Hoy cosecharé uvas de sabiduría de las vides más altas y cargadas de fruta de la viña, porque éstas fueron plantadas por los más sabios de mí profesión que han venido antes que yo, de generación en generación.

                Hoy saborearé el gusto de las uvas frescas de las vides, y ciertamente me tragaré la semilla del éxito encerrada en cada una y una nueva vida retoñará dentro de mí.

                La carrera que he escogido está repleta de oportunidades, y al mismo tiempo está llena de angustia, y desesperación, y los cadáveres de aquellos que han fracasado, si se los pusiera uno encima del otro, proyectarían su sombra por encima de todas las pirámides de la tierra.

                Y sin embargo no fracasaré como los otros, puesto que en mis manos sostengo las cartas de marear que me guiarán a través de corrientes peligrosas hasta las playas que sólo ayer me parecían un sueño.

                El fracaso no será mi recompensa por la lucha. Así como la naturaleza no ha hecho provisión alguna para que mi cuerpo tolere el dolor, tampoco ha hecho provisión para que mi vida sufra el fracaso. El fracaso, como el dolor, es ajeno a mi vida. En el pasado lo acepté como acepté el dolor. Ahora lo rechazo y estoy preparado para abrazar la sabiduría y los principios que sacarán de las sombras para internarme en la luz resplandeciente de la riqueza, la posición y la felicidad, muy superiores a mis más extravagantes sueños hasta que aún las manzanas de oro en el jardín de las Hespérides no parecerán otra cosa que mi justa recompensa.

                El tiempo le enseña todas las cosas a aquel que vive por siempre, pero no puedo darme el lujo de la eternidad. Y sin embargo dentro del tiempo que se me ha asignado debo practicar el arte de la paciencia, porque la naturaleza no procede jamás con apresuramiento. Para crear el olivo, el rey de todos los árboles, se requieren 100 años. Una planta de cebolla es vieja después de 9 semanas. He vivido como una planta de cebolla. Pero no he estado conforme con ello. Ahora quisiera ser el más grande de los árboles de olivo, y en realidad el más grande de los vendedores.

                ¿Y cómo lo lograré? Porque no tengo ni los conocimientos ni la experiencia para alcanzar la grandeza, y ya he tropezado en ignorancia  y caído en el charco de la compasión por mí mismo. La respuesta es sencilla. Comenzaré mi viaje sin el estorbo de los conocimientos innecesarios o la desventaja de una experiencia carente de significado. La naturaleza me ha proporcionado ya el conocimiento y el instinto muy superiores a los de cualquier bestia en el bosque; y a la experiencia se le ha asignado un valor exagerado, especialmente por los viejos que asienten sabiamente con la cabeza y hablan estúpidamente.

                En realidad la experiencia enseña sistemáticamente, y sin embargo su curso de instrucción devora los años del hombre de manera que el valor de sus lecciones disminuye con el tiempo necesario para adquirir su sabiduría especial. Y al final se ha malgastado en hombres que han muerto. Además, la experiencia se compara con la moda. Una acción o medida que tuvo éxito hoy será irresoluble e impráctica mañana.

                Solamente los principios perduran y éstos poseo, porque las leyes que me conducirán a la grandeza figuran en las palabras de estos pergaminos. Me ensañaran más a evitar el fracaso para alcanzar el éxito, porque ¿Qué es el éxito sino un estado mental? ¿Qué dos personas, entre mil sabios, definirán el éxito con las mismas palabras? Y sin embargo el fracaso se describe siempre de la misma forma. El fracaso es la incapacidad del hombre de alcanzar sus metas en la vida, cualesquiera que sean..."


Extraído del libro "El vendedor más grande del mundo" - de Og Mandino










sábado, 15 de agosto de 2015

Los hermanos Marx: el verdadero manifiesto

          A medida que pasan los años, uno piensa que todo avanza, que todo evoluciona, y que se van generando nuevas ideas, cada vez mejores. Pero cuando uno ve las películas de los hermanos Marx, se da cuenta de que por lo menos en un aspecto, eso es una falacia. Podrá avanzar la tecnología, pero la esencia del talento no tiene épocas.
          Cuando hablamos de la calidad de los chistes de Groucho, de su lucidez en los comentarios, nos damos cuenta que son admirables y que no hay muchos que logren igualarlo a la hora de improvisar frente a una cámara o arriba de un escenario. Por su parte, Harpo tiene el don de realizar un personaje que no habla, y que tiene una presencia enorme a la hora de estar en escena. Es probable que sea la parte más importante dentro de la terna (si bien los hermanos son cinco, la mayoría de las películas se realizaron con Groucho, Harpo y Chico, por lo que no tendremos en cuenta a Zeppo y a Gummo) ya que cuenta con una imagen amigable con la cual logra captar el cariño del público. Por último, Chico es el nexo entre los dos personajes restantes. Es el que interactúa con el ingenioso y sarcástico personaje de Groucho, como también el único que logra entender y comunicarse (a través de gestos) con el personaje de Harpo. De la misma forma, es el intermediario cuando el personaje de Harpo tiene que relacionarse con el personaje de Groucho.


Los hermanos Marx y la música:
                A la hora de hablar de las películas de los hermanos Marx, no podemos evitar dedicarles unas palabras al momento en el cual, tanto Harpo como Chico, despliegan todo el talento que tienen para tocar instrumentos musicales. Según documentales, el verdadero músico de la familia es Harpo, quien aprendió a tocar el arpa por su propia cuenta, lo cual habla de la tremenda aptitud que tiene para estas cosas. Pero sin duda, se puede apreciar la excelencia de Chico cuando se acomoda para tocar el piano y nos deja encantados con la música que interpreta.
                Creo que la mejor manera de describir lo que produce tanto Harpo (en el arpa), como Chico (en el piano), es describiendo una escena:          
                …Y todo parece estar preparado, por un momento las risas se apagan, y el ambiente toma un rumbo diferente del que venía persiguiendo. La cámara se centra en Harpo, quien maneja el tiempo como si fuera creador de este, se sienta, gesticula un poco, y en el instante que se aferra al arpa, el verdadero genio sale. Su concentración produce desconcierto cuando uno lo quiere vincular con el personaje alegre e ingenuo que realiza durante toda el trayecto de la película. Su risa estampada en la parte inferior del rostro desaparece, y es reemplazada por una mueca seria, la cual es acompañada por el resto de la cara. Sus dedos se posan sobre las cuerdas, y a partir de que eso ocurre, uno pierde total noción de donde se encuentra. El sonido es tal, que inunda de sentimientos la cabeza, y la lleva a dar un recorrido por las imágenes más hermosas que se encuentran en la memoria, desde aquellas olvidadas por el paso del tiempo, hasta las más recientes. Ambas se viven como si fueran presentes. De repente, la tristeza y la alegría se fusionan en uno solo sentimiento, y esa sensación perdura por varios minutos después de que Harpo culmina su escena. Luego de transcurrido ese tiempo, Harpo ya se encuentra haciendo sus bromas, trucos y gesticulaciones como si nada hubiera acontecido…
               
Por siempre Groucho
               Para culminar, citamos algunas frases de Groucho Marx, o por lo menos las que se le adjudican a este, y las que consideramos que muestran su extraordinario ingenio:
  • "Parad el mundo que me bajo."
  • "Inteligencia militar son dos términos contradictorios."
  • "El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio... si puedes simular eso, lo has conseguido."
  • "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."
  • "Si sigues cumpliendo años, acabarás muriéndote. Besos, Groucho."
  • "Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado."
  • "Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo."
  • "- Es usted la mujer más bella que he visto en mi vida... lo cual no dice mucho en su favor." 
  • "- Estaba con esa mujer porque me recuerda a usted... sus ojos, su cara, su risa... todo me recuerda a usted... excepto usted." 
  • "- ¿Quiere usted casarse conmigo? ¿Es usted rica? Conteste primero a la segunda pregunta."

viernes, 7 de agosto de 2015

¿Mirar para atrás o para adelante?


Giacomo Leopardi
 
Cuando les menciono el nombre Giacomo Leopardi a las diferentes personas que conozco, me responden que es conocido como uno de los mejores poetas italianos. Es curioso que lo considere  como el creador de uno de los cuentos que más me gusta. Creo que me gusta por el sentido optimista que le da a este.
Hay dos maneras de plantearse la vida que repercute en nuestras acciones, en nuestros día a día, y por supuesto en nuestra personalidad. La primera manera es pensando que lo mejor que nos va a ocurrir a lo largo de nuestro paso por esta vida ya ha sucedido y por lo tanto, nos produce un constante sentimiento de nostalgia que nos hace quedar anclados a ese momento. Y la segunda, que es la que se plantea en este cuento “Dialogo entre un vendedor de almanaques y un transeúnte”, es de optimismo, considerando que lo mejor siempre está por venir, porque si nuestro punto de mayor éxito ya fue vivido y ha quedado en el recuerdo ¿Cuál es el sentido para lo que resta?
 
Diálogo entre un vendedor de almanaques y un transeúnte

 
Vendedor. ¡Almanaques, almanaques, almanaques nuevos! ¡Calendarios nuevos! ¿Un almanaque, señor?
Transeúnte. ¿Son para el año nuevo?
Vendedor. Sí, señor.
Transeúnte. ¿Crees que tendremos  un año nuevo feliz?
Vendedor. Sí, caballero, sí, por supuesto.
Transeúnte. ¿Cómo el año que acaba de pasar?
Vendedor. Más, más todavía.
Transeúnte. ¿Cómo el anterior?
Vendedor. Más todavía, caballero.
Transeúnte. ¿Cómo cuál, entonces? ¿No te gustaría que el año nuevo fuera como alguno de estos últimos años?
Vendedor. No, señor, eso no me gustaría.
Transeúnte. ¿Cuántos años nuevos pasaron desde que empezaste a vender almanaques?
Vendedor. Van a ser veinte años, caballero.
Transeúnte. ¿A cuál de esos veinte años te gustaría que se pareciera el año que viene?
Vendedor. ¿Cuál me gustaría a mí? No, no sabría decirle.
Transeúnte: ¿No recuerdas alguno en especial, que te haya parecido feliz?
Vendedor. La verdad, no, caballero.
Transeúnte. Pero la vida es bella, ¿no es cierto?
Vendedor. Eso ya se sabe
Transeúnte. ¿No volverías a vivir esos veinte años, e incluso todo el tiempo que pasó desde que naciste?
Vendedor. ¡Ah, estimado señor, ojalá se pudiera!
Transeúnte. Pero ¿Si tuvieras que volver a vivir la vida que ya viviste, exactamente igual, con todos sus placeres y dolores?
Vendedor. No, no, eso no quisiera.
Transeúnte. ¿Y qué otra vida quisieras volver a vivir? ¿La vida que tengo yo, o la del príncipe, o la de algún otro? ¿No crees que tanto yo como el príncipe o cualquier otro responderíamos igual que tú, con esas mismas palabras, que si tuviéramos que repetir lo ya vivido, no nos gustaría volver al pasado?
Vendedor. Bueno, sí, eso creo.
Transeúnte. Entonces, ¿no volverías atrás, si la condición es ésta y no otra?
Vendedor. No, señor, en serio, no volvería.
Transeúnte. ¿Qué vida quisieras, entonces?
Vendedor. La vida que Dios me diera, sin otras condiciones.
Transeúnte. ¿Una vida librada al azar, sin saber nada de antemano, como no se sabe nada del año nuevo?
Vendedor. Sí, así es.
Transeúnte. Lo mismo quisiera yo si pudiera vivir de nuevo, y creo que todos. Esto indica que el azar, en lo que fue del año, trató mal a todo el mundo. Y se ve claramente que cada uno opina que el mal fue mucho mayor y mucho más grave que el bien que le tocó en suerte. Si la condición para recuperar la vida desde el comienzo incluyera todo lo malo y lo bueno, a nadie le gustaría volver a nacer. La vida bella no es la que se conoce, sino la futura. Con el año nuevo, el azar nos tratará bien a los dos, y a todos, y comenzará la vida feliz. ¿No es cierto?
Vendedor. Espero que sí.
Transeúnte. Entonces, muéstrame el almanaque más bonito que tengas.
Vendedor. Tome, caballero. Son treinta centavos.
Transeúnte. Aquí los tienes.
Vendedor. Gracias, caballero, hasta pronto. ¡Almanaques, almanaques nuevos! ¡Calendarios nuevos!