La Nación – domingo 17 de enero de 2016
“Hasta hace un par de años, el
debate sobre la extensión de vida estaba acotado a genios excéntricos como de
Grey, el gerontólogo que dirige la fundación Matusalén, y que pronostica que en
pocos años, el proceso celular de envejecimiento podrá ser detenido (e incluso
revertido)…”
Petrova Metrobus Subevich era un
científico Austriaco con nacionalidad Paraguaya que había sido criado en las
afueras de una selva ubicada en un lugar cuyas características climáticas no
eran aptas para que allí existiera una selva. La cuestión es que Petrova se
dedicó desde muy pequeño a investigar sobre aquello que tanto le molestaba.
A
la edad de cinco años, muere la madre de Petrova. Desde ese momento, Petrova se
propuso como único objetivo, evitar que las personas lleguen a ese final tan
trágico. O por lo menos evitar el camino que estas transitan hacia ese final.
Sus primeros experimentos fueron
con sus amigos de la selva. Una tarde, probo evitar la muerte de una jirafa que
estaba muy viejita y no podía levantar el cuello. Al aplicarle la inyección que
poseía la formula de la juventud, la jirafa cobró una energía jovial y se
levantó sobre sus patas traseras. Mientras todos observaban, alzó el cuello tan
alto que podía ver lo que antes no veía. Pero después de unos segundos la
jirafa noto que estaba muy alta, y para cuando todos se dieron cuenta, la
jirafa se fue por los cielos hasta desaparecer en el paisaje.
Petrova sufrió mucho la ida de su amiga, quien se encontraba flotando por algún lugar remoto. Debido a esto
se dio cuenta que necesitaba ir a algún sitio en el cual podría adquirir nuevos
conocimientos. Es así como tomo un avión hacia Austria. Durante el viaje se
puso muy contento, porque pudo ver en el cielo a su amiga la jirafa, quien
estaba volando junto con unas gaviotas. Al parecer la jirafa siempre había
querido ser un ave desde niña. Y gracias a nuestro amigo, pudo cumplir su
sueño.
Al arribar a su nuevo destino,
Petrova se instala y se recibe en la universidad de Cremas Antiage de una
famosa compañía de cosméticos (la cual no me deja usar su nombre). Siendo el
mejor en su clase, Petrova se relaciona con bellas mujeres que conoce en las
publicidades de las mismas cremas. Aunque había alcanzado cierto éxito, Petrova
solo quería cumplir con su meta.
Después de hacer un Master, con
las máximas exponentes de la vejez en Argentina (Mirtha Legrand, Moria Casan y
otras octogenarias) logra por fin
descubrir cuál es el secreto. Luego de varios experimentos exhaustivos se da
cuenta que si al guacamole se le agrega un lagarto de color rosa fluorescente
(único en su especie, y que solo se encuentra en la selva de la cual proviene
Petrova) se puede detener el efecto de la célula que produce el envejecimiento.
y es más, si el lagarto es muy joven, se puede revertir la función de la
célula, es decir, volver a la persona más joven.
Triunfante y feliz, Petrova es
admirado en todo el mundo y su fama lo
pone como personaje del año en la revista Time. Es elegido el científico más
bello de ese año. Sin embargo Petrova se encuentra desorientado por no tener
meta a perseguir y se vuelca a las drogas. Genera disturbios por todos los países
que visita, y la fama que había conseguido, se le vuelve en contra como un
boomerang.
Para colmo, el tataranieto de F. S. Fitzgerald
lo demanda por plagio, al decir que lo que logro Petrova ya lo había logrado su
reconocido Tatarabuelo. Y la prueba más visible era Benjamin Button. Después de
varias idas y vueltas, Mauricio M. Fitzgerald gana el juicio y deja a Petrova
en la bancarrota.
Lamentablemente los lagartos
rosas de donde Petrova era oriundo se extinguen y no logra poder reemplazaron
en su fórmula contra la vejez. Petrova se muda a Rusia el año pasado y se
asienta en una pequeña habitación con una casera odiosa. Actualmente se
encuentra en una cama postrado esperando el castigo y después el crimen.