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viernes, 19 de febrero de 2016

La formula para no dormir


La Nación – domingo 17 de enero de 2016

“Hasta hace un par de años, el debate sobre la extensión de vida estaba acotado a genios excéntricos como de Grey, el gerontólogo que dirige la fundación Matusalén, y que pronostica que en pocos años, el proceso celular de envejecimiento podrá ser detenido (e incluso revertido)…”

 

 

Petrova Metrobus Subevich era un científico Austriaco con nacionalidad Paraguaya que había sido criado en las afueras de una selva ubicada en un lugar cuyas características climáticas no eran aptas para que allí existiera una selva. La cuestión es que Petrova se dedicó desde muy pequeño a investigar sobre aquello que tanto le molestaba.

                A la edad de cinco años, muere la madre de Petrova. Desde ese momento, Petrova se propuso como único objetivo, evitar que las personas lleguen a ese final tan trágico. O por lo menos evitar el camino que estas transitan hacia ese final.

Sus primeros experimentos fueron con sus amigos de la selva. Una tarde, probo evitar la muerte de una jirafa que estaba muy viejita y no podía levantar el cuello. Al aplicarle la inyección que poseía la formula de la juventud, la jirafa cobró una energía jovial y se levantó sobre sus patas traseras. Mientras todos observaban, alzó el cuello tan alto que podía ver lo que antes no veía. Pero después de unos segundos la jirafa noto que estaba muy alta, y para cuando todos se dieron cuenta, la jirafa se fue por los cielos hasta desaparecer en el paisaje.

Petrova sufrió mucho la ida de su amiga, quien se encontraba flotando por algún lugar remoto. Debido a esto se dio cuenta que necesitaba ir a algún sitio en el cual podría adquirir nuevos conocimientos. Es así como tomo un avión hacia Austria. Durante el viaje se puso muy contento, porque pudo ver en el cielo a su amiga la jirafa, quien estaba volando junto con unas gaviotas. Al parecer la jirafa siempre había querido ser un ave desde niña. Y gracias a nuestro amigo, pudo cumplir su sueño.

Al arribar a su nuevo destino, Petrova se instala y se recibe en la universidad de Cremas Antiage de una famosa compañía de cosméticos (la cual no me deja usar su nombre). Siendo el mejor en su clase, Petrova se relaciona con bellas mujeres que conoce en las publicidades de las mismas cremas. Aunque había alcanzado cierto éxito, Petrova solo quería cumplir con su meta.

Después de hacer un Master, con las máximas exponentes de la vejez en Argentina (Mirtha Legrand, Moria Casan y otras octogenarias)  logra por fin descubrir cuál es el secreto. Luego de varios experimentos exhaustivos se da cuenta que si al guacamole se le agrega un lagarto de color rosa fluorescente (único en su especie, y que solo se encuentra en la selva de la cual proviene Petrova) se puede detener el efecto de la célula que produce el envejecimiento. y es más, si el lagarto es muy joven, se puede revertir la función de la célula, es decir, volver a la persona más joven.

Triunfante y feliz, Petrova es admirado en todo el  mundo y su fama lo pone como personaje del año en la revista Time. Es elegido el científico más bello de ese año. Sin embargo Petrova se encuentra desorientado por no tener meta a perseguir y se vuelca a las drogas. Genera disturbios por todos los países que visita, y la fama que había conseguido, se le vuelve en contra como un boomerang.

 Para colmo, el tataranieto de F. S. Fitzgerald lo demanda por plagio, al decir que lo que logro Petrova ya lo había logrado su reconocido Tatarabuelo. Y la prueba más visible era Benjamin Button. Después de varias idas y vueltas, Mauricio M. Fitzgerald gana el juicio y deja a Petrova en la bancarrota.

Lamentablemente los lagartos rosas de donde Petrova era oriundo se extinguen y no logra poder reemplazaron en su fórmula contra la vejez. Petrova se muda a Rusia el año pasado y se asienta en una pequeña habitación con una casera odiosa. Actualmente se encuentra en una cama postrado esperando el castigo y después el crimen.