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lunes, 4 de abril de 2016

Bella mañana de café al despertar


Bella mañana de domingo que adorna mi vida, ¿Por qué la felicidad ha golpeado a mis puertas y se ha esfumado por la chimenea del cuarto de atrás? ¿O es acaso que el amor es igual o más falso que papa Noel? Es decir, no tengo chimenea en primer lugar. ¿Por qué los sentimientos por aquella hermosa mujer que yacía postrada del lado derecho de mi cama se han evaporado luego de la ebullición de nuestro amor? ¿Por qué las otras  personas son tan egocéntricas, al igual que mi persona?

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                Estoy sentado elegantemente en el café de la esquina de mi hogar, en unos de los barrios de mayor reconocimiento de mi ciudad. El ambiente es tranquilo y solo se escucha la música de fondo, la cual es casi siempre Jazz. De vez en cuando se oyen los susurros de las mesas vecinas, y sólo si uno presta atención. No hay televisores y sobre el mostrador solo se encuentran los diarios de la clase alta. La verdad es que no me siento cómodo acá, la mayoría son de edad avanzada, y las pocas personas de mi edad son diferentes a mi  ¿Qué cómo lo sé? Pienso que uno se da cuenta solo al verlos. Su ropa, sus celulares, su mirada y esa expresión de seguridad. El margen de la seguridad de esos chicos es enorme. Es como si tuvieran todas las chances de ganar porque tienen muchas para perder.

                Son las 8:30 am y todos están vestidos como si hubiesen comenzado a prepararse a las 04:00 am. Se puede apreciar a las mujeres con sus vestidos caros en una posición frágil y vulnerable. En cambio, los hombres ponen sus tobillos derechos arriba de sus rodillas izquierdas y ubican los hombros por arriba del respaldo de las sillas, ensanchando sus espaldas. Su mentón está por encima de la postura indicada y sus ojos no miran a nadie. Los meseros están vestidos de manera formal y solo se limitan a ser corteses. Parece una escena en la cual falta que el director grite: -Corten!

                Mientras estoy leyendo la parte de economía del diario, dos mujeres de unos cincuenta años ingresan al local. Sin dudarlo, y aunque saben que no encajan con el ambiente, se dirigen a una mesa en el centro del lugar. Durante este recorrido, una de las señoras golpea con su cartera a otra que estaba sentada comiendo una tostada con mermelada y queso. Como consecuencia del golpe, la señora que se encuentra sentada deja caer la tostada la cual alcanza el piso del lado que siempre las tostadas caen cuando tienen mermelada y queso.  La señora con la cartera le pide disculpas, pero la que está sentada se le queda mirando como diciendo: -¡Qué barbaridad! Esta gentuza que no se ubica y no mira por dónde camina- No es capaz de decirlo y solo dirige su peor mirada a la portadora de la cartera.

                Las dos señoras se sientan y una grita: -MESERO!- Todos alrededor las miramos.

                Mesero: -Buenos días. ¿Qué les puedo ofrecer?

                Señora 1: -Yo quiero un café negro en jarrito con una gota de leche. Pero solo una! Porque si no me doy cuenta y no lo tomo… y mucho menos pienso pagarlo. Para comer quiero tostadas. Mmm pensándolo bien, quiero medialunas… no, para comer nada, me estoy cuidando.

                Mesero: -¿Y usted Madame? – se dirige a la otra mujer.

                Señora 2: -¿Cuánto sale cada medialuna?

                Mesero: -¿Quiere que le traiga la carta?

                Señora 2: -Quiero saber cuánto sale una medialuna nada más. Mejor no me digas nada, ahora no quiero.  ¿Sabes qué? Tráeme un té y unas tostadas pero no muy quemadas, pero tampoco muy blancas, y que sean de pan integral.

                Mesero: -Perfecto!, Enseguida vuelvo.

                Mientras el mesero se marcha…

                Señora 2: -No!, no quiero nada de eso.- Mejor tráeme un vaso de agua.

                El mesero asiente con la cabeza y cuando se da vuelta expresa una cara de indignación.

La señora 2 le pregunta a otra mujer de otra mesa: - Disculpa, ¿Estás leyendo esa revista? – La mujer de la otra mesa le da la revista sin decirle una palabra.

Durante todo el desayuno, tanto el cocinero como los que nos encontrábamos en las mesas más alejadas pudimos escuchar la conversación de esas dos ladys. Supimos del accidente en moto de Jony, y del tercer nieto que esta por esperar Betty. Sabemos más política que antes, y además recibimos algunos tips para nuestra economía.

                Son las 10:00 am y me dispongo a salir. Me paro y veo que las dos anfitrionas hacen lo mismo. Mientras salgo, me tropiezo con una de ellas porque se detiene sorpresivamente para ver su celular. Les pido disculpas, a las cual me devuelve un: -Tené cuidado Nene!- solo llego a emitir una sonrisa.

                Mientras me doy vuelta y sigo mi rumbo llego a escuchar un último diálogo:

                Señora 1: -¿Qué café más aburrido no?

                Señora 2: -Son todos unos estirados!. Todos arrogantes… ni hablaban entre ellos.

                Señora 1: - ¿La plata no hace a la felicidad viste?

                Señora 2: Es verdad Betty, prefiero ser pobre y humilde y no como estos estirados. ¿Le dejaste propina al mesero?

                Señora 1: ¿Estás loca? Nos atendió horrible. No se lo merecía.

                Señora 2: Tenes razón. Que aprenda!

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