Agua comprimida en pequeñas cantidades forma cuerpos
diminutos que se dejan caer sobre el cemento cálido de un terreno de alguna
ciudad de algún país de algún planeta. Mojan el suelo y lo dejan secar para
volverlo a mojar, haciendo doler a aquellos que transitan por aquel cemento
bajo la luz de una estrella, la más conocida.
En
realidad estoy mintiendo, no sé si eso está ocurriendo. Estoy bajo tierra, en
una línea de subte, situado en un tren dentro de un vagón sentado en un asiento
pegado al comienzo del andén, lo que sería el final de la calle por la cual
circulan vehículos por encima de mí. Si, un camión me paso por encima. Lo
curioso es que no sé dónde estoy, ni hace cuanto que el subte está parado en
esta estación. Veo cantidad de gente caminar por afuera del vagón. Algunos con
la camisa semiabierta, otros con la camisa abierta, otros con traje con
corbata, otros sin esta. Chicas con
polleras hasta el tobillo, otras con polleras cortas. Algunas están muy abrigadas,
otras parecen estar en la playa. Algunos con lentes de sol, y otros con lentes
de leer pero que no están leyendo. Otros con lentes de contacto que están
leyendo. Algunos leen novelas, otros biografías, otros apuntes de la facultad,
algunas libros de autoayuda. Los viajeros diarios leen el diario. Padres que les
dan a sus hijos la parte de deportes cuyas páginas podrían cubrir a estos
últimos. Pero es verano, no hay que cubrirse.
Pero de
repente no hay nadie, y si los hay no los noto. Solo a ese anciano de
apariencia excéntrica, con más pelos arriba del labio inferior que en el tope
de su cuerpo, ahí en la cabeza. Tiene un poco de cabellos por encimas de su
oreja derecha, y por encima de su oreja izquierda. Pero no coincide con el
color de los “mostachos” ¿Será una peluca? Pero porque cubrir solo por encima
de las orejas. Seguro que son nuevos audífonos para escuchar mejor. Tiene una
campera de jean de los 80, y una remera de un color no descifrable. Su nariz
sobresale más de su cara que otras facciones del cuerpo, las cuales están
levemente desnutridas. Su frente tiene apariencia de concentrar la mayor parte
del peso total, y sus brazos serían imperceptibles si no estarían pegados al
cuerpo. Al darse cuenta que lo estoy observando, se levanta y se dirige hacia
mí, y me dice: -¿Qué te pensas? Que yo voy a permitir que me vengas a mirar de
esa manera, luego de que tuve que soportar como caía agua comprimida en
pequeñas cantidades que forma cuerpos diminutos que se dejan caer sobre el
cemento cálido de un terreno de alguna ciudad de algún país de algún planeta.
Pues claro que no, estoy acá bajo tierra, en una línea de subte, situado en un
tren dentro de un vagón sentado en un asiento pegado al comienzo del andén, lo
que sería el final de la calle por la cual circulan vehículos por encima de mí.
Si, un camión me paso por encima!
Levanta uno de los brazos, pero no logro verlo. Me
golpea.
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