Estoy en el paraíso, el sol cae por el fondo de lo que mis
ojos alcanzan a ver. Hay árboles tan altos, que parecen rascacielos. Las casas
parecen que pertenecen a un cuadro de los grandes renacentistas, las ventanas
son de gran tamaño, y dejan ver la felicidad de las personas que las albergan.
Sus colores son de otoño, y demuestran la tranquilidad del contexto. El pasto
posee un color tan intenso que solo le falta un cartel que diga “recién
pintado”. Un pequeño lago recorre el interior de todo el pueblo, sus orillas
están cubiertas por rocas tan naturales como el agua del rio. Siempre pensé que
el poder verse reflejado en el agua era de película pero ahora me contradigo.
Por este rio corre el agua más potable, cristalina y natural que he conocido.
Todo es
tan tranquilo, solo se escucha el canto de los miles de pájaros que se posan en
las copas de los miles de árboles., cantando cada dos segundos, como si no les
hiciera falta inhalar un poco de oxígeno. Encima, los árboles son tan altos que
uno no les puede alcanzar con una roca
del río. Ahh! Es tan tranquilo, parece
un pueblo fantasma, nadie hace nada. Mi primo se encuentra sentado en su silla
hace dos horas, mirando un punto fijo, con una mueca de felicidad en su rostro.
Estoy casi seguro que esta drogado, pero no sé si debería preguntarle. Pero es
que nadie en estado sobrio podría soportar
el rechinar de la silla en la cual está. Se mece para adelante, y se mece para atrás,
como si no escuchará ese ruido espantoso que hace. Mis tíos y otros primos se
fueron a dormir la siesta, HACE CUATRO HORAS!
No
puedo soportarlo más, y es que estoy enamorado de la ciudad, necesito ruido,
gente apurada a la cual no le importo, pisándose entre ellos, esquivándose al
borde de golpearse de frente. Necesito taxis, colectivos, vendedores
ambulantes, sé que siempre digo que odio todo eso, pero es mentira. Amo odiar
todo eso. Esto es irreal, hace dos horas que estoy viendo lo mismo, y no hay
nada para hacer, estoy pensando en empezar a golpearme mi rostro sin parar, sé
que nadie se va a dar cuenta, mi primo esta drogado.
Mi gran
preocupación es lo que viene, voy a quedarme un mes entero aquí y no lo voy a
soportar. ¿Qué desde cuando estoy? Llegué hoy a la mañana.
Después
de meditarlo varios minutos, llegue a la conclusión del suicidio. Pero hasta
suicidarse aquí es imposible, para comprar una cuerda hay que ir al centro a
ocho horas por la carretera que bordea ese lago odioso que no deja construir
caminos más directos.
He
decidido hacer lo único que puedo hacer:
-Ey
primo, me das de lo que te estas metiendo.
-
Claro, aquí tienes.
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